La Elección

Amor Bipolar #26

Me desperté esa mañana con una sensación renovada, como si el peso de las preocupaciones que había estado acarreando se hubiera aligerado un poco durante la noche. Los rayos del sol se filtraban perezosamente a través de las cortinas de la sala comunal de Slytherin, bañando el lugar en una luz tenue pero cálida, lo que me hacía sentir una energía nueva y desconocida. Quizás, pensé, era el resplandor de las revelaciones del día anterior, o simplemente el sueño reparador que finalmente había logrado.

Caminé hacia la sala comunal, aún disfrutando de esa sensación de calma interna. A esa hora, el lugar estaba tranquilo, con solo unos pocos estudiantes dispersos aquí y allá, sumidos en sus propios mundos. Me acomodé en mi rincón favorito, uno que conocía bien, con una vista perfecta de las aguas oscuras del lago negro a través de las ventanas de alta seguridad de Slytherin. Era un lugar que siempre me ofrecía confort, rodeado de los verdes oscuros y plateados que caracterizan a nuestra casa, colores que ahora encontraba particularmente calmantes.

Abrí mi libro, uno que había estado leyendo durante días pero que de alguna manera no había logrado captar totalmente mi atención hasta ahora. Quizás era el nuevo día, o quizás yo había cambiado. Las palabras parecían saltar de la página, llenando mi mente de ideas y mundos lejanos. Me perdí en la historia, dejando que el mundo a mi alrededor se desvaneciera, disfrutando de la rara tranquilidad que el ambiente y el momento me proporcionaban.Sin embargo, a pesar de la serenidad del lugar y el enganche con mi lectura, había una parte de mí que no podía dejar de pensar en las interacciones del día anterior. Cada conversación, cada revelación, parecía haber dejado una marca indeleble en mi ser. Reflexionar sobre ello me hacía apreciar aún más este momento de paz, sabiendo que lo que había aprendido sobre mí y mis compañeros sería crucial para los días venideros.

Así, con el libro en mano y perdido en mis pensamientos, no me di cuenta de cómo el tiempo volaba, ni de cómo los otros Slytherin comenzaban a poblar poco a poco la sala comunal, llenándola de murmullos y la energía característica de un nuevo día en Hogwarts. Era un nuevo comienzo, y yo estaba listo para enfrentar lo que viniera, armado con una nueva comprensión de mí mismo y de los que me rodeaban.

Mientras me dirigía a mi primera clase, el pasillo estaba lleno de estudiantes, cada uno sumergido en sus propias conversaciones y pensamientos matutinos. De repente, entre la multitud, vi una cara familiar que instantáneamente me sacó de mis cavilaciones. Era Penny, con su sonrisa amable y su aura acogedora que siempre parecía rodearla. Me acerqué a ella, decidido a no dejar pasar la oportunidad de conversar, aunque fuera por unos breves momentos.

"¡Buenos días, Penny!" la saludé con una sonrisa. "¿Cómo estás?"

Ella se giró hacia mí, su sonrisa se amplió al reconocerme. "¡Hola, Frank! Estoy bien, gracias. ¿Y tú? ¿Listo para otro día de clases?"

"Lo más listo que uno puede estar a esta hora," respondí con una risa. "Pero sí, estoy bien. Es extraño, pero me siento más... ¿optimista? sobre las cosas últimamente."

Penny asintió, su expresión reflexiva. "Eso es bueno escuchar. A veces, todo lo que necesitamos es un poco de perspectiva nueva, ¿no crees?"

"Definitivamente," coincidí, apreciando su comprensión. "Hablando de clases, ¿tienes la primera conmigo?"

"Sí, voy para allá ahora mismo. Podemos ir juntos si quieres," sugirió Penny.

"Me encantaría," afirmé, y juntos nos encaminamos hacia el aula.

Sin embargo, justo antes de entrar, sentí una presencia detrás de nosotros. Era una sensación inexplicable, como un escalofrío que recorre tu espina dorsal, indicando que alguien te observa. Discretamente, volteé para ver de quién se trataba. Para mi sorpresa, era Merula, parada a unos metros de distancia, observándonos con una mirada que no supe interpretar. Sus ojos no se desviaban, clavados en nosotros con una intensidad que me desconcertó.