7. Remanentes

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En un lugar lejano cuatro sombras observaban expectantes el revuelo en los Santuarios. - Dices que por un instante él despertó? - inquirio una voz profunda, la luz iluminó por un momento su rostro dejando ver un cabello negro azabache, una piel blanca de porcelana y unos ojos especiales, con heterocromia, uno azul marino y el otro rojo fuego.

- Typhon ¿acaso no lo sentiste? - una risa fría como el gélido artico salió de aquel ser, que dando un paso adelante dejo ver a un joven apuesto, de cabello azul rey y ojos como el océano.

- ¡Pontos! - exclamó en tono de regaño una tercer voz - no es momento para generar disputa entre nosotros, debemos estar unidos - de apariencia similar a los otros dos, de ojos color carmesí, cabello negro azulado y aura dominante se dejó ver en aquella estancia. A simple vista se podía denotar que era el mayor entre los presentes.

- Nuestro hermano tiene razón, dejen de pelear como niños - expreso la única mujer, de cabello largo violeta y ojos color carmesí, cuerpo esbelto, con unas hermosas curvas y una sonrisa hermosa pero que denotaba fuerza.

Hyperion y Themis observaron de nuevo la situación, tomando la palabra - nuestra madre también despertó - les informo con molestia el Titan a sus dos hermanos menores, quienes estaban distraídos en una guerra silenciosa.

- Aun sostienes qué él logrará despertar a tiempo? - inquirio el menor de los titanes, Pontos, desviando su atención hacia su hermano mayor.

- No debemos intervenir, el tiempo aún no se ha cumplido y el despertará - aseguro con fiereza Typhon observando con recelo al de cabellos azules, quien sonrió divertido.

- Debemos ser pacientes y no intervenir - murmuró la única mujer, siendo secundada por Hyperion.

- Las cosas marchan según el designeo de la Era mitologíca.

En el palacio del averno, se encontraba un joven dormitando, al parecer sus sueños no habían sido bendecidos por Morfeo, pues una pesadilla perturbaba su descanso.

- Ha tardado mucho - murmuró Hecate entrando al recinto donde descansaba el otrora caballero, Asclepios quien cuidaba su descanso alzó la mirada posandola en la semidiosa.

- Esta agotado - le dijo - usar aquella cantidad de poder cuando aún no maneja muy bien la energía del Averno fue imprudente.

- Aun así fue la decisión que él tomó - se defendió tomando asiento en uno de los sillones, frente a Asclepios.

- Siento que lo forzamos cuando aún no era tiempo - se lamento el semidios de la Medicina.

- Las cosas en el Olimpo se han estado moviendo, he visto a Hermes moverse de un lugar a otro, si queremos que nuestro señor regrese, debemos apresurarnos antes que Zeus meta sus narices en el territorio de Hades.

- Crees que ella está interviniendo? Zeus por su cuenta ha respetado el pacto desde el mito - Asclepios se levantó posando una mano sobre la frente de Shun, quien se veía atormentado por el sueño.

- Muy posible, esa mujer intentará cualquier medio para obtener lo que según ella, por derecho le pertenece - Hecate se levantó tomando las vasijas de agua para cambiarlas, mientras hablaba - el Averno ha pasado mejores épocas desde que fue expulsada de los territorios de mi señor.

- No tengo dudas de eso, sin embargo, ella también fue nuestra señora - le dijo el semidios perdido en sus pensamientos - ella me brindó una mano amable cuando Atena me exilio, gracias a ella estoy en el Averno y no en el pozo del Tártaro.

Hecate al escucharlo observó con atención las expresiones del semidios, dejo las vasijas en su lugar tomando un paño para humedecerlo y posarlo en la frente del peli verde.

- Aun así ella fue la causante de un gran dolor en mi señor - musito en voz baja - no creo que nadie en Averno la perdone nunca.

Asclepios asintió dándole la razón, sin embargo las cosas no eran tan sencillas - sabes que sucedió con los guerreros que mi señor revivió?

Hecate cambio a una expresión más suave y asintió - los Santuarios están siendo renovados, en poco tiempo estarán preparados para una alianza - le dijo - debemos preparar a Shun para hacer frente si el Olimpo decide moverse.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de la Diosa de la guerra y la sabiduría, por un instante lo sintió, aquel cosmo antiguo, maligno, rebosante de odio. Sin dudarlo se levantó llendo hacía la salida del templo siendo interceptada por el patriarca.

- Atena - la saludo confundido, pues siendo media noche se suponía que debía estar en sus aposentos descansando.

- Shion, debes venir conmigo a Star Hill - le suplico angustiada.

El patriarca al verla de esa manera decidió acompañar a su señora, llamando a dos caballeros dorados para que los escoltasen a la colina de las estrellas.

Junto con el caballero dorado de capricornio y el caballero dorado de sagitario, el patriarca y la joven diosa llegaron a aquel lugar sagrado donde por medio de la observancia de las estrellas se podía predecir las próximas guerras santas.

En el Inframundo el otrora caballero se despertó con la respiración agitada, sudando frio y una expresión de absoluto terror en su rostro. Aunque no recordaba el sueño, sentía como si hubiese pasado por una situación en extremo angustiante. La oscuridad en su recamara tampoco le ayudaba a mermar la aflicción y el desconsuelo en su corazón. Con cuidado se levantó sintiéndose mareado, como pudo se dirigió hacia el cuarto de aseo donde mojo su rostro con agua fresca.

Cuando se calmo salió del baño encontrandose de frente con una ninfa del inframundo - Galatea - saludo Shun.

- Mi señor, desea que le prepare un baño o prefiere comer algo? - pregunto la lámpades.

Shun se tomó un momento para decidir - puedes prepararme un baño, comeré luego de asearme - indico acostumbrado ya al trato en el Averno. Dejándole espacio a que la ninfa preparará todo, se retiro al balcón, sentándose allí e intentando recordar aquello que lo atormentaba y le generaba un malestar enorme.

- Mi señor - lo llamo la ninfa - ya esta listo el baño.

Shun soltando un suspiro, le dio una última mirada al Estigia, cuyas aguas tranquilas corrían imperturbables. Antes de entrar a sus aposentos, tenía que ponerse al día, pues no sabía cuanto tiempo estuvo reposando.

Esmeralda del AvernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora