10. Eleva Tu Cosmos

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No sabía cuanto tiempo había pasado, pero ya su cuerpo se adecuo al ambiente del Tártaro, pues según Nix la gravedad era mayor que el Averno, así como el oxígeno era más denso y la fluctuaciones atmosféricas tendían a ser mortiferas, pero también le advirtió que el tiempo corría de forma distinta qué en Averno y aun más distante que en el territorio de Atena.

Al despertar como en las otras ocasiones una ninfa ya había preparado el cuarto de baño para que se aseara, le trajo ropa limpia y alimentos, más a diferencia de otras ocasiones, esta vez le dirigió la palabra antes que Shun entrará a asearse - Mi señora Nicte lo espera en el jardín para desayunar - y luego de decir aquellas palabras se marchó.

Shun intuía qué tal vez la Diosa de la noche por fin había decidido empezar con su entrenamiento, en ese tiempo las pesadillas no habían disminuido y cada día sentía que sus descansos en el mundo de Morfeo lo dejaban con un cansancio y angustia en su espíritu.

Se terminó de asear y al revisar las prendas que habían dejado para su uso se sorprendió, esta vez no era una túnica, se parecía en cambio al traje de entrenamiento que usaba en su época en la isla Andromeda hace ya tanto tiempo.

Con nostalgia rememorando aquellos recuerdos se vistió y salió de su aposento recorriendo el camino hacia el que se enteraría que era el jardín privado de la Diosa Nix. Al llegar ella lo esperaba en compañía de dos seres, de los cuales pudo sentir un poder divino similar al de los Dioses gemelos.

Nix sonrió y se adelantó - te esperábamos Shun - saludo estendiendo las manos para abarcar a los dos seres quienes la flanquearon a sus lados. - Ellos son dos de mis hijos, Moros Dios del Destino - señaló al joven de tez pálida, cabello azul y ojos con heterocromia, uno de color blanco y el otro negro, el cual portaba una armadura singular, la cual cubría todo su cuerpo como si fuera un manto color negro. - Y ella es Ker Diosa de la perdición - la nombró, a la mujer de cabellos cortos color uva y ojos casi de un tono carmesí, esta portaba una armadura más vistoza, con dos enormes alas a su espalda y hombrereras con forma de garras.

- Es un placer - saludo Moros con una sonrisa ladina - te aguardan muchas cosas por venir, pero te ayudaremos en este momento - le informo con algo de misterio en su tono.

- El Tártaro es hogar de muchas criaturas abandonadas desde la era de los primigenios - musito Ker con voz suave y sedosa, un susurro mortal. - Para sobrevivir y poder reconstruir el alma de Hades te aguarda un largo camino y el tiempo no está a tu favor.

Nix asintió dándole la razón a sus hijos - Deberás despertar el noveno sentido si quieres estar a la altura de los retos por venir - explico - los seres humanos por lo general gozan en un primer momento de cinco sentidos, vista, tacto, gusto, olfato y oído, sin embargo los caballeros tienden a acceder a una gama más amplia, adquiriendo la hiperconciencia y por medio de esta despiertan el cosmos - musito la Diosa - sin embargo, para obtener un control más ferrero deben hayar la armonía entre dos sentidos más, el cosmos definitivo y el Arayashiki. Tengo entendido que despertaste el octavo sentido al descender a los territorios de mi señor.

Shun asintió con la cabeza, Shaka en los breves momentos que pudo instruirlo le había explicado aquello y gracias a él en la última batalla pudo hacer frente a Hades en compañía de sus hermanos y con las armaduras Divinas.

- Hay un noveno sentido - musito Nix viendo la expresión de confusión del otrora caballero - el Big Will o la gran conciencia, es lo que permite a los humanos llegar a un estado divino y tu por un breve tiempo lograste despertarlo en la última batalla, gracias a este pudieron hacerle frente a uno de los tres grandes del Olimpo - Dice Nix con una sonrisa - sin embargo fue un milagro y no lo controlas.

- Los Dioses podemos acceder a 10 sentidos - la interrumpe Ker con seriedad - cuando nacemos gozamos con los 8 primeros, el noveno que es la gran voluntad lo adquirimos en el corto periodo de asimilación y conciencia, siendo el décimo el que nos permite adquirir la divinidad o estado superior, algo que nos asemeja a los dioses primigenios. Aun así hay muchos dioses menores y semidioses que solo despiertan hasta el noveno sentido.

Esmeralda del AvernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora