35. El Desespero De Gea

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Gea quien se encontraba en su propio templo, sintió un estremecimiento profundo cuando los cosmos de Urano y Kronos colisionaron. El suelo bajó sus pies tembló y los vientos susurraron con una intensidad nunca antes sentida. Sabía que algo monumental había ocurrido.

Cuando la energía de la explosión de disipo, la Diosa apareció en el lugar de la batalla. Su expresión era una mezcla de dolor, ira y tristeza. Al ver el vacío dejado por Urano y los restos del sacrificio de Kronos. Sin poderlo evitar cayó de rodillas sintiendo la magnitud de la pérdida, aquellos a quien más amo ya no estaban y no regresarían.

- ¡Urano! ¡Kronos! - grito Gea, la tierra se estremeció sintiendo el dolor de su creadora, resonando con una profunda tristeza.

Se levantó lentamente, su mirada recorriendo el lugar devastado. Extendió su mano y tocó el suelo, sintiendo las energías residuales de sus hermanos. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero también de una determinación feroz.

- Urano fuiste mi compañero, mi cielo y aunque tu regreso a mi servicio no fue como habíamos imaginado nuestro reencuentro, tus acciones para compensar el daño que me hiciste, jamás será olvidado, siempre serás el objeto de mi profunda devoción - murmuró, su voz temblando.

Entonces, se volvió hacia el cielo, sintiendo el eco del sacrificio de Kronos.

- Oh amado mio, siempre seguiste tus convicciones aunque en esta ocasión te equivocaste, tu lugar no era al lado de los mortales, era junto a mi quien debías estar - susurro, con lágrimas rondando por sus mejillas.

Gea se arrodilló nuevamente, tocando la tierra y concentrando su cosmo. Las flores comenzaron a brotar donde había estado la esfera de luz de Kronos, como un último tributo hacia él.

- Ahora mi destino esta sellado, sin embargo no me marchare hasta cumplir mi objetivo - musito levantándose y desapareciendo de allí. Al regresar a su territorio iracunda llamó a Pontos, decidida a acabar con todos en ese instante, mortales o dioses, ninguno se salvaría de su furia.

- ¿Crees que sea buena idea? - Pontos la observó desde una distancia prudente, su hermana estaba ampliando su ejército de criaturas, arrasaria con todos al parecer. - Urano y Kronos...

- ¡No los nombres! - le grito, sin voltear a verlo - ¿seguirás a mi lado o me traicionaras? - aunque su voz era firme, sus corazón tembló dolorido de imaginar aunque sea por un instante que Pontos también la abandonará.

El primordial se acerco abrazándola por la espalda, confortando a la Diosa - No... Estaré contigo hasta el último momento - confesó y Gea se volteo entre sus brazos observandolo, sus ojos llorosos, Pontos se inclino juntando sus labios en un beso.

- Yo...

El Dios negó - prepararé mis cosas también - musita marchandose de allí, la determinación en su rostro, pero sus ojos brillaban con dudas, aún así su lealtad estaba con ella, siempre estaría con ella, su amada hermana.

Poseidón y Atena habían tomado el mando del ejército nuevamente, luego de la muerte de Kronos. Ambos dioses habían agradecido en silencio el sacrificio del primordial y en unos pocos minutos de paz qué les brindó, impartieron órdenes de la estrategia que este les había dejado luego de su sacrificio, su voluntad los acompañaba dándoles fuerza y ánimo a los Olímpicos para la batalla, pues a pesar que Urano ya no estaba, él les advirtió que Gea y Pontos no dejarían las cosas así y su represalias serían peores.

Atena se encontraba revisando a los heridos y con su cosmo aceleraba la curación de quienes creía necesarios. Hyperion se estaba encargando de instruir a sus hermanos para que se encargarán de la mayoría de las criaturas minimizando así la perdida de vidas mortales.

Esmeralda del AvernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora