9. La Noche

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Llevaba rato caminando, sin embargo se encontraba perdido, no tenía ni una idea de hacia donde debía dirigirse. El suelo rocoso, árido, el aire con bruscos cambios de temperatura, de lo más cálido al frío que congelaba sus huesos, la oscuridad reinaba en el lugar, el cielo de un tono rojizo y la apabuyante soledad que hacía perder la cordura.

Shun llevaba tiempo caminando, la espada se sentía como un peso bruto en su cinto al igual que la Kamui qué Hecate había indicado que le pertenecía. Realmente no sabía si estaba perdido en aquel momento, pues la información que le habían brindado era escasa y escueta.

Se detuvo un momento y observó alrededor, montañas y planadas, al igual que un rio de agua negra era lo que podía observar si seguía descendiendo, no tenía ni idea la dirección que debería de tomar, sin embargo, decidió seguir el río, al fin y al cabo habían seguido uno para hallar las puertas del Tártaro. Los semidioses solo le confiaron que había una diosa qué podría ayudarlo, una aliada de Hades quien por voluntad, desde la era del mito creo sus dominios en el tártaro para poder vigilar y controlar lo sucedido en aquel territorio.

Atena se encontraba en audiencia con el general de Poseídon, su expresión era serena aunque su cosmo se encontraba perturbado, no hacía mucho que regresó de Star Hill en compañía de sus caballeros.

- Así que mi tío también lo sintió - musito apretando levemente la carta que le había enviado el Dios de los mares.

- Por orden de mi señor, no puedo marcharme hasta tener una respuesta de su parte - le dijo el guerrero marino.

- Shion - llamo la Diosa y el patriarca hizo acto de presencia, pues por petición de Atena su audiencia con el general fue a puerta cerrada. - Por favor prepara una habitación, Sorrento de Sirena es un invitado del Santuario - solicito levantándose para retirarse a sus apocentos, tenía muchas cosas que deliberar.

Shun se encontraba agotado, sentía como si llevara días vagando. Tenía hambre y sed, además que su cuerpo se sentía agotado, como si no pudiera dar un solo paso más. Cayó de rodillas al suelo rocoso sujetandose con dificultar de la espada, se sentía mareado, como si fuera a desvanecerse en cualquier momento.

Su vista estaba borrosa, aun así distinguio una figura femenina acercarse antes de perder por completo el conocimiento.

- Themis - llamo Hyperion acercándose a su hermana quien mantenía vigilante en el gran salón, observando los sucesos terrenales. La Diosa levantó la mirada posandola en el de ojos carmesí - ¿Sabes donde esta Pontos? - pregunto.

- Hace un rato estaba teníendo una discusión con Typhon - le informo - esos dos no tienen remedio - se quejo negando con la cabeza.

- Lo único que espero es que no haga nada imprudente - expreso - hace un rato lo visite a él, dijo que ella había despertado sin embargo no la sentía.

- Eso no son buenas noticias ¿verdad?

- Me temo que no.

Otra vez había despertado angustiado, esas pesadillas que recurrian con cada vez más frecuencia, lo dejaban agotado. Cuando su mente se aclaró, se sentó observando alrededor confundido, lo último que recordaba era perder la conciencia en medio de la nada.

Sin embargo la habitación en la que se encontraba era sorprendente, la cama y sábanas eran suaves y cómodas, las paredes eran de un tono azul galaxia y los pisos negros, antorchas alumbraban dando la sensación de ver el firmamento. - Que... - Shun al moverse con facilidad se alertó pues ya no tenía puesto el sapuri, con rapidez se levantó deteniendose un momento al sentirse mareado, sin embargo se calmo al escanear el lugar y fijarse que su armadura así como la espada se encontraban en una esquina de la habitación.

Intento elevar su cosmo para que la armadura reaccionara a su cuerpo sin embargo nada paso, dejándolo confuso. Se acerco a la armadura y la toco sintiéndola resonar, pero no reaccionaba como si algo se lo impidiera. Decidiendo investigar, se ato la espada en el cinto y salió de la habitación, encontrandose con un largo pacillo.

Camino un largo rato, viendo algunas puertas, sin embargo por las que intento pasar, algo se lo impedía. Llego hasta el final del pasillo y decendio por unas escaleras de caracol llegando a un hermoso Jardín, enredaderas cubrían los pilares que sostenían una enorme cúpula, alrededor corría un afluente de agua cristalina y a lo lejos se podía ver un prado con diverso tipo de vegetación, en medio de este había una mujer sentada degustando algunos platillos esparcidos en una mesa.

- Te estaba esperando - hablo con voz sedosa dándose la vuelta, el otrora caballero pudo detallar sus delicadas facciones, de tez pálida, cabellos y ojos de un profundo azul. - Shun - musito.

El como si de una magia se tratara dio unos pasos hacia ella sintiéndose hechizado - quien es...

Ella sonrió indicándole qué tomará asiento y comiera, lo que el ex santo hizo, tomando la taza qué ella le indicó, de esta provenía un agradable olor como a salsamoras. - Mi nombre es Nicte, pero puedes decirme Nix - tomo un sorbo de su humeante taza - te debo agradecer por traer de regreso a mis hijos, Hypnos y Thanatos, al parecer ellos les ocasionaron algunos problemas en la pasada guerra santa - expreso notando que la atención del peli verde estaba en ella - se me fue informado que vienes por mi señor.

- ¿Hades esta aquí? - no pudo evitar preguntar esperanzado de que su viaje no fuera largo. Sin embargo la Diosa de la noche emitió una suave risa y negó con la cabeza, haciendo que el corazón del peli verde se hundiera.

- Si fuera tan simple como lo imaginas yo misma hubiera restaurado el alma de mi señor - le dijo - por ahora te aconsejo descansar, cuando estés recuperado yo misma te entrenare para que puedas sobrevivir y cumplir con tu misión. - expreso levantándose - come y bebé lo que desees, si necesitas algo solo pídelo y una ninfa te atenderá - y diciendo aquello se marchó dejando con intriga al otrora caballero.

Esmeralda del AvernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora