2. El Averno

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Oscuridad.

La luz había desaparecido del infierno, dejando todo en ruinas, almas descarriadas paseando sin control alguno, haciendo destrozos en las pocas instalaciones qué quedaban de lo que fue un gran imperio.

Sin el control de los espectros, de los gemelos o del mismo Hades el averno no solo estaba en caos sino que su mismo estado empezaba a influir en la tierra.

Cuando fue traído allí por Hermes, no recibió ninguna explicación de su deber o labor, pero el fuerte estremecimiento de no solo Giudeca sino de todo el infierno le dio la bienvenida, por tanto supo que era lo que se esperaba. Sin importar la intervención de Atena en aquella ocasión indudablemente el seguía conectado a Hades, a sus remanentes.

Estando solo en ese enorme y en ruinas palacio, solo pudo suspirar y empezar su labor, tomando su lugar como regente del averno. Apenas se sentó en el trono qué otrosi pertenecía a Hades, una gran resonancia recorrió hasta lo más recóndito, su cosmo por si solo se elevó dejando en claro su nuevo estatus y la espada, la Invisible Sword, se dejó ver ante el emitiendo un brillo único, empezando de esa manera la restauración de aquel lugar. Shun solo tenia en mente el equilibrio y la paz de su hogar y sus hermanos.

Mientras tanto con los caballeros restantes, un confundido pegaso había despertado en sus habitaciones de la casa de Sagitario. Sin dudarlo y ante la soledad qué se percibía en el lugar, tomo marcha hacia el salón del patriarca, recorriendo con un escalofrío en su ser cada casa, sintiendo un dolor en su pecho y la melancolía por el recuerdo de sus camaradas, pues lo último de ellos en su mente era el suceso en el muro de los lamentos, donde valientemente lo dieron todo, dando su vida por ellos.

Al terminar el sendero de rosas marchitas de piscis, vio en la sima a un fénix qué sinceramente no reconocía como el Ikki con el que había compartido tanto, el fénix estaba irreconocible, su aura y su cosmos ardía perturbado, como una fuerza que pretendía destruirlo todo y al tiempo se contenía.

- Ikki - saludo al estar frente a él, sin embargo no fue reconocido por el fénix, quien ni le dirigió una mirada menos una palabra.

Seiya aludiendo a un comportamiento común del caballero siguió su camino. Dentro del salón del patriarca se encontraban algunos de los caballeros restantes, Shiriu, Hyoga, Marín, Shaina, la Diosa Atena, todos discutiendo a viva voz, pero silenciadose cuando la caballera del Águila señaló qué ya no estaban solos.

- Seiya! Ya despertaste, ¿como te sientes? - pregunto Saori retomando la compostura. El caballero de pegaso pudo notar el ambiente tenso y como sus hermanos ni le dirigían la mirada.

- ¿qué está sucediendo? - inquirio sintiéndose abrumado y nervioso, por su mente miles de situaciones pasaban - Hades... Gano?

De inmediato tanto el dragon como el cisne se encresparon soltando un ahogado no, eso dejo más confundido al pegaso, si habían ganado qué demonios estaba sucediendo.

La Diosa soltó un suspiro pesado y miro a la santa de ofiuco quien asintió para enseguida retirarse.

- Hades esta muerto - poco tiempo después soltó la Diosa de la guerra y la sabiduría. Y antes de que el pegaso pudiera interrumpirla, continuo - sin embargo el Olimpo no está contento.

El caballero del dragón dando un paso hacia el pegaso posó la mano en su hombro y musito, luego del intercambio con la diosa - el mundo no puede existir sin la muerte, por lo que el mensajero de los Dioses dictaminó como necesario un sacrificio.

Seiya qué no estaba comprendiendo muy bien los miro a todos, notando la falta de su otro hermano - Shun?

Hyoga respiro profundo dejando salir el aire al tiempo que se escuchaba un fuerte golpe fuera del salón y los pasos alejándose - Hermes vino a llevarse a Shun, creemos que para sacrificarlo y revivir así a Hades siendo un temporal proveedor del averno - explica la Diosa, notando la aflicción en cada uno de los presentes.

- También solicito que Atena se presente a una audiencia en el solcistio de invierno - interrumpió el tenso silencio la otra mujer presente.

- Iremos a otra guerra? - pregunto con voz neutra y expresión vacía el pegaso, a lo que Atena negó.

- Aun si me opusiera, ustedes han pasado mucho y otra guerra estando el santuario tan debilitado sería fácilmente una derrota - explica la Diosa, más antes que alguno pudiera agregar algo más se escucharon dos pares de pasos.

Seiya se volteo hacia el sonido y su expresión cambio, apenas si pudo abrir los brazos mientras lagrimas llenaban sus ojos y una peli roja corría en su dirección tumbandolo en un abrazo necesitado - Seika.

Esmeralda del AvernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora