"El arte supremo de la guerra es doblegar al enemigo sin luchar." ("El Arte de la Guerra" – Sun Tzu)
"Aquella noche, pude entender cuán grande podía ser la crueldad del hombre, representando las enseñanzas que me inculcaron desde temprana edad: La Paz, solo es una imagen que difiere de la mentalidad del ser humano, pues las naciones no diploman para convivir con otros pueblos, sino para sobrevivir a su destrucción."
El joven Adlar Romsen se mantuvo quieto, con su torso al descubierto, dejando mostrar por atrás una larga herida cubriéndole gran parte de la anchura de su espalda. Sus ojos café oscuros permanecían perplejos ante la destrucción que estaba llevándose a cabo en su ciudad, viéndolo todo desde el espacio que le dejaba ver la entrada a un balcón.
En la oscura estancia donde se encontraba, una serie de ráfagas azules reflejaban por escasos segundos el lugar, a través de las ventanas. Cuando estas luces aparecían a lo lejos, hacían ceder las estructuras de los edificios de piedra, emergiendo de sus restos grandes llamaradas.
Con gritos de ciudadanos de fondo, se podía contemplar en el cielo nocturno, gracias a la tenue luz del fuego que se propagaba por las estructuras, a enormes águilas que dominaban los cielos sin mayor oposición que las flechas de los soldados que defendían el lugar.
El caos se apoderaba de las calles, los guerreros de la ciudad de Irchar, bien conocidos por su destreza y valor en el campo de batalla, se desplegaban por cualquier rincón de la ciudad, dando uso de sus habilidades en el combate. Por las calles, los soldados guiaban a los ciudadanos hacia algún lugar seguro, mientras que sus valerosos compañeros subían a las azoteas para ofrecer resistencia contra aquella amenaza aérea, sirviendo también de carnada para poder desviar la atención de aquellas bestias frente de los civiles.
Aunque en su mayoría eran arqueros los que luchaban sin causar mucho efecto, los soldados también disponían de otros efectivos más mortíferos: Tales como ballestas del tamaño de un hombre, conocidas como "Balle-lanzas", y artefactos que disparaban un proyectil como un cohete de fuegos artificiales gigante. La infantería irchena usaba todo lo que tenía a su disposición por aquel entonces, con tal de acabar con aquellas criaturas aladas, domadas por hombres que estaban sentados en sillas de montar con un estandarte de hachas rojas sobre un fondo negro. Aquel emblema era el de sus mayores enemigos, los karzaquistanos.
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Las Guerras de Oriennón (Volumen 1)
FantasyEn un mundo devastado por incesantes guerras, un joven guerrero emprende un arduo camino repleto de desafíos y batallas. Sin saberlo, está a punto de iniciar una historia de la que no podrá escapar. No está permitido hacer una publicación de mi hist...