Issue [Problemas #2]✔️

Capítulo 35

"Dilo o déjame ir"

Amy

Había corrido afuera, a refugiarme en el improvisado altar que habían montado para la ceremonia inicial. No porque la fiesta hubiera acabado, todos seguían dentro. No porque no hubiera alcanzado a tomar el ramo y en mi lugar lo haya hecho Suelym. En realidad lo había hecho por él. Porque cada hora que pasaba era más tortuosa que la anterior. Porque, a pesar de que se suponía estuviéramos enfocados en Kristal y Brandom, cada pensamiento que cruzaba mi cabeza iba dirigido exclusivamente a él. Porque su mirada en mí quemaba y solo me hacía querer correr hacia él y a la vez odiarme por no hacerlo. Me estaba asfixiando en mis propias dudas.

No sabía exactamente qué hora era, pero la luna estaba a punto de llegar a lo más alto, y la única forma de cruzar el césped sin caerme de bruces era guiándome por el sendero de antorchas que habían colocado por todo el lugar. La oscuridad me rodeaba de forma que no podía distinguir si alguien estaba junto a mí o no, lo único de lo que tenía certeza era de la música de la fiesta, que llegaba un poco más leve, y del sonido del césped bajo mis tacones. No supe que él me había seguido hasta que habló.

—¿Qué haces aquí afuera? —preguntó Logan, provocando que pegara un salto y me girara hacia él.

Su figura estaba bañada por el resplandor de las antorchas, pero la mayoría de su rostro se encontraba en penumbras. Un relámpago iluminó el cielo, privándome de oportunidad de responderle al instante. Luego unas gotas de agua me mojaron el vestido, cumpliendo el clima el pronóstico de lluvias que nos había amenazado todo el día.

Las luces exteriores del hotel se encendieron, acabando con la oscuridad y dejándome ver los ojos de Logan fijos en el cielo, contemplando como las gotas adquirían fuerza y aumentaban en cantidad. Mi vestido comenzó a empaparse, mi cabello se me pegaba a la espalda y la vista se me nublaba, pero no me moví. Logan me miró, sonriendo. Me preguntaba si sonreía porque tuvo el mismo recuerdo que yo, ambos en el jardín de su casa, compartiendo un apretón de manos luego de que me mojara mientras regaba las plantas de Kristal. Habían pasado tantos años, y aun así seguía en el mismo punto. Lo había amado la mitad de mi vida.

—Deberíamos volver adentro —dijo, pero no movió un músculo. Él tampoco quería irse, podía sentirlo.

La música cambió, las melodías alegres fueron sustituidas por una más tortuosa, una más personal: Mercy. Logan suspiró, mirándome mientras la lluvia le oscurecía el cabello y bañaba sus pestañas de diminutas gotas cristalinas.

—Te debo un baile —dije, sin poder reprimirme, sintiendo como si la lluvia diluyera mis juicios internos y deslizara mis dudas lejos de mí.

Logan extendió su mano, invitándome silenciosamente a tomarla. Mis dedos se afianzaron a los suyos, fríos y húmedos, pero firmes y decididos. Su mano libre se aventuró a mi cintura, estrechándome contra él en un movimiento brusco que me obligó a sujetarme de su brazo y alzar el rostro para poder mirarlo a los ojos. Sus pies guiaron nuestros movimientos, balanceándolos sin un ritmo claro, con su aliento bañando mis labios en cada respiración y nuestros ojos conectados en todo momento. Se alejó un poco, sin soltarme, para hacerme girar en una vuelta y luego estamparme contra él, aprisionando mis labios en un beso ansioso, cargado de desesperación e incertidumbre.

—Dilo —murmuró—, dilo o déjame ir, porque no resisto un segundo más así.

Su mano derecha acarició mi mejilla, sosteniéndome el rostro para que le mirara a los ojos.

—Dilo, Amy, por favor.

Abrí los labios, pero ninguna palabra salió. ¿Qué quería que dijera? Él sabía todo. Sus ojos indagaron en los míos con ahínco, sumergidos en silenciosos gritos de súplica. Su ceño se frunció levemente al comprender que yo no respondería.