Capítulo 37

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"Papá"

Suelym

Había pasado una semana desde la boda. Una semana desde el último intento de Annabelle de hablar conmigo. Mi respuesta seguía siendo la misma, no quería tener ningún tipo de relación con ella. No tuve una madre por veintidós años, podía seguir sin ella por el resto de mi vida. Irónicamente, cada vez que pensaba en las razones por las cuales estaba molesta con ella, pensaba en todas las razones por las que no debía estarlo con mi padre. Quizás seguiría sintiéndome algo traicionada por un tiempo, pero podíamos superarlo, habíamos atravesado por grandes cosas juntos, no dejaría que aquel embrollo nos separara. Así que escuché los consejos de Roy y le dejé llevarme a casa. Lo quería a mi lado, además, el anillo en mi dedo me recordaba que teníamos una noticia que darle.

—No ha estado cogiendo mis llamadas desde ayer —dije cuando aparcó frente a la entrada, seguido de una camioneta con dos de sus hombres—, debe de estar de guardia en el hospital o en alguna cirugía.

—Lo esperaremos —respondió Roy, restándole importancia mientras se quitaba el cinturón de seguridad.

—¿No tienes prisa? —pregunté, aunque sabía de sobra que, cuando se trataba de mí, él nunca tenía algo más que hacer además de estar a mi lado.

—No busques excusas, Schatz. Hablarás con él hoy.

Asentí, viéndolo bajar del auto y rodearlo para abrir mi puerta. Una vez fuera dejó su mano en mi cadera, haciéndome caminar a su lado.

—Debería ser yo el que esté nervioso —agregó—, entraré a casa de un hombre a decirle que quiero casarme con su hija y llevármela a otro continente.

Contuve la respiración. Definitivamente esa última parte no le agradaría a mi padre. No era algo inmediato, no pensábamos casarnos hasta dentro de un par de meses, quizás un año; pero teníamos claro que luego de ello nos iríamos a Múnich. No sería algo de tiempo completo, alternaríamos los tiempos, teníamos los medios para volver a Filadelfia constantemente y la motivación de no perder contacto con nuestros amigos. Pero, incluso así, sabía de sobra que mi padre lo vería como casi un rapto.

—Definitivamente deberías estar nervioso —bromeé, sacando las llaves para abrir la puerta, pero no las necesité, en realidad, no estaba cerrada del todo—. Debe de estar en casa.

Fruncí el ceño, no era propio de mi padre dejar la puerta entreabierta, ni siquiera cuando estaba allí. Todo se veía normal en la sala, las luces estaban encendidas, al igual que el televisor. Definitivamente estaba allí.

—¡Papá! —llamé desde la entrada, dejando mi bolsa sobre la pequeña mesa junto a la puerta.

Estuve a punto de seguir mi camino, pero algo no estaba bien. Había un naipe de la Reina de Corazones. Roy intentó tomarlo, pero fui más rápida. Comencé a sentir que me quedaba sin aire. Las puntas estaban manchadas de sangre seca, y al reverso tenía un mensaje escrito: "Lo siento".

Dejé caer el naipe al suelo, corriendo hacia la cocina mientras sentía que todo a mi alrededor comenzaba a reproducirse a cámara lenta. La visión borrosa por las lágrimas. La sangre en el suelo. Su cuerpo tendido. Roy tomándome por la espalda para alejarme de allí. Sus hombres entrando a la casa con las armas desenfundadas. Gritos, todos míos, llamándole con todas mis fuerzas, como si pudiera lograr que se pusiera en pie.

Por un instante todo se detuvo y solo escuché el eco ensordecido de mi alma descomponiéndose en pedazos.

Finalmente estaba rota.

Él había ganado. 

Issue [Problemas #2]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora