Capítulo 30

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"El sacrilegio de enseñarle el paraíso a un pecador"

Suelym

Amanecería en un par de horas, pero al parecer en los planes de Roy no figuraba el recibir el sol en casa. Lo que menos esperé fue que, luego de salir de la fiesta, me llevara a la universidad. Ni siquiera pensé que fuera posible entrar al campus de madrugada, pero él se las había ingeniado para conseguirlo.

Fruncí el ceño cuando aparcó frente a mi facultad, pero, a pesar de haber notado mi confusión, Roy no me brindó explicación alguna. Salió del auto, rodeándolo hasta llegar a mi puerta y abrirla para mí. Me tendió una mano para ayudarme, los tacones se me enredaban en el vestido si no tenía cuidado.

—¿Qué hacemos aquí? —pregunté, viendo como le ponía la alarma al auto y me conducía hacia la puerta de la facultad.

—Lo sabrás en diez minutos —fue lo único que respondió.

Resoplé. Lo conocía lo suficiente como para saber que no me diría nada más, sin importar cuanto lo presionara. Al llegar a la puerta sacó un mazo de llaves de su bolsillo, inesperadamente, una de ellas abrió la puerta del edificio.

—¿Me dirás al menos cómo tienes las llaves? —pregunté.

—Schatz, ¿en serio crees que existe algo que no pueda conseguir?

Negué con la cabeza, provocando que sonriera. Abrió la puerta completamente para mí, invitándome a pasar primero. Dentro, todo estaba oscuro, así que me quedé quieta hasta que Roy encendió las luces. No veía nada fuera de lo usual. No entendía qué hacíamos allí.

—Ven conmigo —murmuró, tomando mi mano.

Quise protestar cuando lo vi seguir el camino a las escaleras. No había forma humanamente posible en que subiera todos los peldaños con aquellos tacones y no muriera en el proceso. Pero, como de costumbre, Roy tenía esa capacidad de leer mi mente y entender cada mínimo detalle. Me alzó en brazos, obligándome a sujetarme de su cuello mientras me cargaba escaleras arriba. Dije que era demasiado pesada, pero le restó importancia inmediatamente, y, al verlo llegar hasta el segundo piso sin lucir fatigado, me hizo creerle. Estuve lista para bajar cuando pisó la segunda planta, pero me retuvo y siguió el camino hacia las otras escaleras. En aquel instante mi confusión había alcanzado un nuevo nivel. Nunca había tomado las escaleras al tercer piso, básicamente porque no se nos tenía permitido, órdenes del decanato de la facultad.

Había una puerta de metal al final, la pintura blanca parecía nueva, como si la hubieran reparado hace poco. De hecho, los carteles amarillos echados a un lado de la escalera mostraban señalamientos sobre reparaciones y prohibiciones de paso por la misma razón. El tercer piso no estaba dividido en secciones como los demás, toda su extensión era un espacio único encerrado en una cúpula de cristal, pero sufrió daños en un huracán antes de que entráramos a primer año. Habían aprovechado su reparación para remodelarlo en su totalidad, pero el proceso tardó más de lo esperado. Siempre quise entrar, y Roy lo sabía.

Cuidadosamente me depositó en el suelo, en el escalón por delante de él. Usó el mazo de llaves para abrir la puerta, luego lo volvió a dejar en su bolsillo.

—¿No nos meteremos en problemas por esto? —pregunté, cada vez más insegura sobre la travesura. Estaba graduada, no podían expulsarme, pero no sabía si la facultad podría aplicar alguna otra medida si nos descubrían.

—Nos gustan los problemas, ¿no? —dijo, esbozando una sonrisa traviesa.

Sacudí la cabeza, entendiendo que era su forma de tranquilizarme. Se las arregló para que no nos descubrieran y, quizás en caso de que su plan fallara y fuéramos encontrados allí, nos sacaría del embrollo como de costumbre.

Issue [Problemas #2]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora