Capítulo 14

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Anahí se quedó atónita con la confesión, pero mucho más Alfonso que no hablaba del asunto con nadie, ni siquiera con sus mejores amigos.

—Lo siento mucho —susurró ella, tragando saliva.

—Sucedió cuando tenía 17 años, un buen día desperté en un hospital con bastantes huesos rotos y mi abuela Rose a mi lado mirándome con una cara de pena infinita. La pobre mujer como pudo me contó la tragedia y a partir de ese momento dejé de
creer en todo. ¿Sabes que yo también era un chico católico? Era muy creyente, iba a misa todos los domingos, pero ¿cómo creer en Dios cuando te quita todo lo
que te importa de golpe y porrazo?

Anahí se llevó la mano a la boca de la impresión de lo que estaba escuchando y solo pudo farfullar:

—Dios Santo, Alfonso, no sabía nada...

—No me gusta hablarlo con nadie, tengo todo ese dolor enterrado tan adentro, que
pienso que si lo recuerdo puedo removerlo y hacer así que vuelvan otra vez
todos los fantasmas.

Alfonso bajó la vista al suelo, para que Anahí no viera que tenía los ojos llenos de
lágrimas y ella colocó la mano en el brazo fuerte de ese hombre para
reconfortarle de alguna forma:

—Pero a veces es bueno soltar lastre, Alfonso.

El señor Herrera al sentir la mano de esa chica sobre su piel se estremeció por
completo, alzó la cabeza y musitó conmovido:

—Me gusta que me llames por mi nombre, en tus labios suena tan bien.

Ella sonrió, retiró la mano y susurró también emocionada:

—Me ha salido solo, no sé... Supongo que podemos ser amigos ¿o lo prohíben tus
normas?

—¡A la mierda las normas! Prefiero tener una amiga.

Anahí sonrió, se retiró un mechón de pelo y le dijo tras morderse los labios:

—Ahora entiendo muchas cosas...

Alfonso se acercó un poco más a ella y le preguntó intrigado:

—¿Qué cosas?

—Que no quieras comprometerte emocionalmente, que prefieras el sexo descarnado sin más complicaciones... No eres un crápula tan solo te estás protegiendo.

Alfonso la miró emocionado porque en la vida se había sentido tan vulnerable ante
nadie, tan desnudo, tan con las emociones a flor de piel.

—No podría soportar otra vez ese dolor, Anahí. No podría.

—Es que ni puedo imaginar lo que pasaste, pero seguro que la vida te tiene deparado
algo maravilloso. Ellos están velando por ti allá donde estén, estoy segura.

—En otro tiempo tus palabras hasta me habrían ofendido, me habrían parecido el
clásico consuelo para tontos —confesó Alfonso, apretando fuerte las mandíbulas.

Anahí abrió mucho más los ojos y, negando con la cabeza, explicó:

—No pretendo consolarte, es que creo firmemente en lo que digo.

—Lo sé. Ya no estoy tan enojado con la vida, me he calmado mucho, pero sigo siendo
un descreído. Y desde luego que tampoco espero nada maravilloso. Con tal de que
me no me jodan más, me conformo...

—¿Estás seguro de que te conformas? —preguntó Anahí enarcando una ceja.

Alfonso pensó una vez más que esa chica era valiente como ninguna y que desde luego hasta podía leerle el pensamiento, porque lo cierto era que si escuchaba
realmente a su corazón la respuesta era que no se conformaba.

Love Bites (AyA adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora