Capítulo 44

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Alfonso se pasó una semana entera en casa de los Puente y se sintió, a pesar del drama

de haber perdido a Anahí, como nunca.

Compartir esos días con la familia fue tan reconfortante para él que no solo recuperó los

kilos que había perdido, sino que volvió a dormir en condiciones y a respirar

más profundo.

Los Puente eran una familia adorable que le habían acogido como uno más, los

hermanos de Anahí eran unos muchachos de lo más divertidos, con los que hasta

había ido a jugar al basket en las canchas de enfrente, y el padre de

Anahí, era un señor encantador con el que se lo había pasado en grande jugando

al ajedrez.

Para Alfonso, recuperar esa vida de familia, esa normalidad que un trágico accidente

le había arrebatado, fue tan importante que estaba agradecidísimo a los Puente.

—Señora Puente, si le digo que esta semana con ustedes ha sido una de las más felices

de mi vida ¿me creerá? —comentó Alfonso, el día que se marchaba de regreso a

Nueva York.

—Es que esta es tu casa... Cómo no vas a estar feliz, mi querido Alfonso.

Alfonso la abrazó agradecido y la madre de Anahí le dio unas palmaditas en el hombro muy

afectuosas:

—Gracias por todo lo que ha hecho por mí. Jamás pensé que volvería a pisar una iglesia y

hasta me he confesado.

—¿Y no te sientes mejor así?

—Claro que sí, señora Puente.

—En cuanto a Anahí...

El mismo día de la llegada de Alfonso, la señora Puente le había contado a su hija

que su exjefe estaba con ellos. Por supuesto, Anahí se había enojado muchísimo y

le había pedido a su madre que echara a ese hombre de su casa. Pero la madre le

explicó cómo le había encontrado de mal y que iba a acogerle hasta que se

recuperara.

Anahí entonces se preocupó por el estado de Alfonso y no dijo nada, tan solo se limitó

a preguntar por su estado de salud todos los días. Y poco más...

—No se preocupe, señora. Usted ha hecho todo lo que ha podido y más. Y no sabe lo

que se lo agradezco...

—Anahí es como mi marido, tiene un corazón de oro, pero es una cabezona. No obstante,

ten paciencia porque yo creo que te quiere con toda su alma, hijo.

Alfonso tragó saliva porque, aunque no había nada que deseara más que Anahí le amara,

cada día veía más imposible que volvieran a estar juntos:

—El tiempo dirá y Dios dispondrá, señora Puente.

—Ten paciencia, Alfonso.

—La tendré, rece por mí se lo ruego...

—Claro que lo haré. Y ya sabes dónde estamos... Ven siempre que quieras.

Love Bites (AyA adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora