Alfonso tomó a esa mujer por las caderas, acarició con una mano la espalda sudorosa, la
cabellera dorada que agarró a modo de coleta y tras tirar un poco de ella, se
hundió por completo en su interior.
Anahí gritó arqueando la espalda y Alfonso soltó la melena para aferrarse a las caderas
con ambas manos.
—Gracias, Anahí, gracias por tanto... —musitó Alfonso, dentro de ella.
Anahí no dijo nada, se limitó a cerrar los ojos para sentir al máximo y luego a
jadear desesperada cuando Alfonso volvió a acariciarle la vulva.
—Alfonso, esto es una locura... —masculló mordiéndose los labios.
Él entonces comenzó a penetrarla profundo y lento, mientras que con los dedos
recorría la vulva que se derretía.
Anahí estaba estremecida, la sensación tal y como Alfonso le había dicho no se parecía
a nada que hubiera experimentado antes, era algo que iba a más allá de todo. Se
sentía tan abierta, tan expuesta, tan vulnerable, tan frágil y a la vez tan
poderosa, tan fuerte, tan capaz de darte todo a ese hombre, que le entraron
hasta ganas de llorar.
—Es nuestra locura, nena. Déjate llevar... Solo es eso.
Anahí hizo caso y se dejó llevar, dejó que saliera todo lo que esa experiencia le
estaba regalando y dos lágrimas enormes recorrieron su rostro.
Y se sintió tan bien, aquello era tan liberador, era como si algo en su interior
que estaba muy cerrado de repente se hubiera abierto y por fin podía ser, podía
soltar toda esa energía sexual que tenía contenida y que la estaba asfixiando.
Y entonces, gritó... Gritó porque se sentía libre, se sentía poderosa, se sentía
diosa, y también porque Alfonso empezó a penetrarla con más contundencia, más
profundo, más intenso, más fuerte al tiempo que con el pulgar comenzó a golpetear
el clítoris henchido.
—Sigue, Alfonso, sigue... No pares por favor... No dejes de hacer eso...
Alfonso gruñó al escuchar esas palabras, al ver gozar a esa mujer sin ningún tipo de
freno, al sentir que se entregaba de esa forma tan extrema y generosa, y siguió
penetrándola como le estaba pidiendo.
Anahí al sentir esa fuerza tan primitiva y arrebatadora sintió que no iba a poder
soportarlo más, que iba a desvanecerse por un precipicio infinito, pero no lo
hizo, porque cuando estaba a punto de rendirse, Alfonso presionó el clítoris lo
justo para arrancarle un orgasmo que la dejó sin aliento.
Desfallecida, cayó al suelo, bocabajo, y Alfonso se tumbó a su lado:
—Mi Anahí, eres maravillosa... —susurró acariciando el rostro precioso de esa mujer
ESTÁS LEYENDO
Love Bites (AyA adaptación)
FanfictionSINOPSIS: Cuando Anahí Puente acepta el puesto de camarera en uno de los locales de copas más famosos de Nueva York, no se imagina la que se le viene encima. Y es que a pesar de todas las advertencias que le hacen sobre el dueño, ella decide hacer c...