Capítulo 33

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Las dos siguientes semanas transcurrieron entre salidas los días libres a un

restaurante, dos cines y una exposición de un pintor amigo de Alfonso.

Salidas de las que la madre de Anahí tuvo puntual noticia porque se filtraron a la

prensa rosa y salieron en las revistas de la farándula y en los programas de

televisión.

De hecho, al día siguiente de la exposición, cuando Anahí dormía apacible junto a

Alfonso en su maravilloso apartamento, recibió la llamada de su madre:

—Any, ¿acabas de ver el programa de Susie Cooper?

El programa de Susie Cooper era un magazine que tenía una sección de chismes que

veía todo el mundo.

—No, mamá estaba durmiendo... —dijo desperezándose y arrepintiéndose por no haber

apagado el móvil antes de irse a la cama.

—¿A las once de la mañana?

—Mañana libro y anoche me acosté tarde.

—¿Cuánto de tarde? Ponme la cámara, necesito ver que no estás en la cama de ese crápula.

Alfonso que acababa de despertar también escuchó a la voz de la madre y se tuvo que

morder los labios para no partirse de risa.

—Mamá acabo de despertar, estoy horrible, déjate de cámaras. Me doy una duchita,

desayuno y ya te llamo...

—Ay Any, estoy muy preocupada, en el programa de Susie te han vuelto a sacar con

ese hombre y dicen que vais en serio. Muy en serio. Incluso dicen que te podría

haber pedido matrimonio, otros hablan hasta de embarazo...

—Jajajajajajajaja. Mamá, no sé cómo sigues esos programas basura que solo venden morbo de la peor calaña.

—¿Te ha pedido matrimonio, Any?

Anahí miró a Alfonso y los dos estuvieron a punto de soltar una carcajada tremenda.

Luego él le susurró al oído:

—Dile que no, pero que no tendría inconveniente en hacerlo. Te quiero, Anahí Puente.

Anahí sintió un revoloteo de mariposas en el estómago, un vuelco extraño en el

corazón, un quedarse de repente sin aliento y un temblor sutil, pero lo

suficientemente intenso como para que sus ojos brillaran de una forma especial.

—Mamá, te repito que esa clase de programas solo dan información intoxicada —dijo,

sin dejar de mirar a Alfonso que le acariciaba suave el vientre.

—¿Intoxicada? Pero si os sacaron juntos entrando y saliendo de la galería de arte, tú ibas

cogida de su brazo y con una sonrisa que jamás te he visto, hija mía. ¡Estabas

radiante colgada del brazo de ese sinvergüenza!

Alfonso tuvo que enterrar la cabeza en la almohada para no soltar una carcajada enorme.

—Iba de su brazo porque llevaba unos tacones enormes y no quería caerme. Fue algo

Love Bites (AyA adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora