Capítulo 9

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Anahí se tomó a risa la advertencia de su jefa porque si algo tenía claro en la vida
era que jamás iba a tener nada con Alfonso Herrera. Y no, no se engañaba a sí misma,
sino que era una verdad como un templo, verdad que por cierto corroboró una
semana después, cuando se lo encontró a la salida de una de las clases de fitness
y no fue nada agradable con ella.

—¡Señorita Puente tenga cuidado! —exclamó Alfonso después de que chocara con ella.

—Disculpe, no le he visto. Iba pensando en mis cosas —se excusó Anahí que estaba sudorosa y ansiosa por meterse en la ducha.

Al verla de esa manera, a Alfonso se le pasaron de repente un montón de ideas sucias por la cabeza y se sintió tan mal que masculló con el ceño fruncido:

—Solo espero que en su trabajo esté mucho más concentrada.

—De momento no he roto ni una sola copa —replicó Anahí risueña y sin dejarse
intimidar por los malos modos de su jefe.

—Usted lo ha dicho, de momento.

—Confíe en mí, además voy tan avanzada con el curso que ayer empecé a servir
combinados. ¿Qué le parece? —preguntó arqueando las cejas—. Por cierto, ¿no le
parece un poco ridículo que sigamos llamándonos de usted? Ni que fuéramos dos
viejos...

El señor Herrera respiró hondo, apretó fuerte los puños, porque para su horror los
pezones duros de esa mujer se le estaban marcando en la fina lycra de su
top deportivo, y replicó:

—Me parece fatal. Para algo existen las jerarquías, creo que es importante marcar
distancias.

—Sí, pero no con el lenguaje, yo ya sé de sobra quién manda aquí.

Tras escuchar esas palabras a Alfonso le entraron ganas de demostrarle de verdad quién mandaba, pero empotrándola, así como estaba de sudorosa contra la espaldera de la estancia que estaba habilitada como gimnasio.

—Haga lo que le dé la gana, señorita Puente. Es usted un caso perdido —murmuró

mientras luchaba por borrar esas lascivas imágenes que estaban asaltando su mente.

—Yo te voy a tutear porque me sale de forma natural. Además, todo el mundo le tutea en el club.

—Tal vez porque llevan trabajando conmigo un tiempo y se han ganado la confianza.

—Lo cierto es que tienes un personal maravilloso, profesional, trabajador, amable...

Son una joya. En la vida había puesto copas y pensaba que era algo mucho más fácil
de lo que realmente es. Qué equivocada estaba, ser camarero exige tantísimo y
es tan importe su labor para el éxito del local, que no dudes de que será una
de las cosas que más cuide cuando monte mi propio negocio.

—Es que es determinante, una mala atención al cliente arruina cualquier negocio. Es un punto vital que hay que controlar al máximo... Por eso te pido que pongas los cinco sentidos en el trabajo.

—Descuida, que es lo que hago. Ah y gracias por el tuteo, me hace sentir parte del equipo —confesó Anahí llevándose la mano al pecho.

—Eso espero que aportes, porque aparte de percatarte de la importancia del equipo de
sala, ¿sugieres algo para la optimización del negocio?

Anahí negó la con la cabeza y acto seguido contestó:

—Todavía no me ha dado tiempo más que a ponerme al día con las tareas propias de mi
puesto. Supongo que ya cuando empiece a agarrar vuelo, podré empezar a pasarte
informes y demás.

Love Bites (AyA adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora