Capítulo 20

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Después de aquello, ambos se quedaron dormidos y abrazados, y media hora después Anahí se despertó al lado de ese hombre que era imponente.

Lo que todo el mundo le había advertido había sucedido, había caído en los brazos
de Alfonso Herrera y qué podía decir...

Aquello era lo más excitante que le había pasado en su vida y por su supuesto que no se arrepentía. ¿Cómo se iba a arrepentir de sentir tantísimo placer?

Alfonso se despertó al poco y, sonriendo, le dijo feliz:

-¿Velas mis ronquidos?

-No has roncado nada, al menos desde el tiempo que llevo despierta.

-¿Esto no es un sueño, ¿verdad?

-Me temo que no -contestó ella con una sonrisa enorme.

-¿Temes? ¿Ya estás arrepentida? -preguntó temiéndose lo peor.

-Es la primera vez que hago sexo por el sexo y ¿sabes qué? Que me ha sentado muy
bien. Y no, no me arrepiento para nada de lo que ha sucedido esta noche.

A Alfonso la respuesta no le gustó demasiado, pero era lo que había...

-Para mí ha sido mucho más que sexo, pero respeto que tú lo hayas vivido de otra
manera.

-¿Más que sexo? ¿Alfonso Herrera el crápula depravado sintiendo más que sexo?
Jajajajajajaja. Esta sí que es buena...

-Tú lo has dicho, está sí que es buena. Pero para mí ha sido muy especial, no ha
sido una sesión más de desenfreno en un reservado. Contigo es todo diferente -aseguró besándola en los labios.

-Eso lo dices porque debo ser la más inexperta que ha pasado por tus brazos.

-Deja de decir eso, es tan vulgar y tan deprimente. No se trata de experiencia, se
trata de piel, de complicidad, de sensaciones, de entendimiento a unos niveles tan profundos que el sexo deja de ser algo trivial y pasa a ser algo
trascendente.

-¿No me digas Alfonso Herrera que te vas a poner místico ahora, que ya sí que me da algo?

-Ríete de mí, pero te digo lo que siento. Para mí no ha sido un polvo más, para mí
esto que ha pasado ha sido maravilloso y nuevo...

Anahí resopló, apoyó la cabeza en el hombro de Alfonso y confesó:

-Pues no te cuento para mí, se supone que estoy aquí para aprender del mejor de cara
a montar un negocio y resulta que he acabado con el mejor pero haciendo
guarrerías que ni soñaba...

Alfonso la miró ofuscado y replicó muy molesto:

-No hemos hecho guarrerías.

-¿Ah no? -replicó ella mordaz-. ¿Entonces qué hemos estado haciendo?

-Dándonos placer, conociéndonos un poco más, y yo perdiendo un poco más la cordura.

-Pues sí que estamos bien -bromeó Anahí, divertida.

-Me gusta verte sonreír, me gusta verte así, tan feliz y tan relajada.

-A mí también me gusta verte sin esa amargura en tu mirada, a veces
te miro y veo tanta tristeza...

Alfonso suspiró profundo, la estrechó con fuerza y musitó:

-Es que ahora mismo no hay nada de tristeza en mi corazón, tan solo un deseo muy grande...

-¿Deseo de qué? -preguntó ella curiosa.

-Es una estupidez, olvídalo.

-No, claro que no pienso olvidarlo. Es tu deseo, quiero conocerlo...

-Es que a lo mejor no te va a gustar escucharlo...

-¿Tan guarro es? -preguntó Anahí, arrugando el ceño.

-Jajajajajaja. Y eso que yo soy el que tengo la fama de pervertido. No, cielo, no. Es algo
demasiado puro y demasiado bueno, me gustaría que te enamoraras de mí. ¡Pero no
digas nada! Ya sé que estoy delirando...

Anahí le miró a los ojos profundos que refleja más que nunca y, sintiendo que ese hombre estaba diciendo la verdad, dijo:

-No es un delirio. Es algo que podría suceder... Pero no te voy a engañar, siento por ti admiración y una atracción que me tiene completamente desbordada, pero eso
no es amor...

-Lo sé.

-Lo que no quita que, en el futuro, tal vez, no sé, pudiera llegar a sentir algo,
pero es que somos tan diferentes...

Alfonso acarició con suavidad el rostro de esa chica que se lo había dado todo con
tanta generosidad y susurró:

-Creo que no. Los dos tenemos ambición, ganas, empuje, fuerza, somos pasionales,
ponemos el corazón en todo, porque sabemos que es la única forma de que las
cosas salgan bien. No somos tan diferentes...

-Pero tú hasta ahora nunca has puesto el corazón en tus relaciones...

Alfonso negó con la cabeza y, tras besarla en los labios suave, confesó:

-Porque te estaba esperando...

Anahí se echó a reír, pues desde luego que a embaucador no le ganaba nadie:

-No me extraña que media humanidad pierda la cabeza por ti, Alfonso Herrera, siempre tienes la palabra oportuna en los labios. Labios que por cierto besan de
fábula.

-Jamás le he dicho nada semejante a nadie, es la primera vez que le digo a una mujer
que la estaba esperando. Y es cierto, eres exactamente lo que esperaba, Anahí Puente.

Anahí tragó saliva porque solo tenía que mirar a los ojos de ese hombre para saber
que estaba diciendo la verdad:

-No sé qué decir, Alfonso...

-No digas nada. Pero no dudes ni por un instante de que digo la verdad, soy un
amante de la sinceridad hasta extremos patológicos. Si hay algo que detesto es
la mentira y lo que te acabo de decir es mi verdad, lo que ruge bajo de mi pecho.

-Para mí también es muy importante la verdad, de hecho, es sagrada. Me repugnan las mentiras tanto que me preocupa qué le voy a contar a mi madre para justificar
que no la haya llamado por videoconferencia como todas las noches cuando llego a casa.

Alfonso consultó su Rolex último modelo y vio que eran las cuatro de la mañana:

-Son las cuatro. ¿A qué hora sueles llegar a casa? ¿A las tres?

Anahí asintió con la cabeza, mientras pensaba que su madre seguro que estaba
despierta y convencida de que le habían sucedido miles de desdichas.

-Seguro que está despierta esperando mi llamada. Es muy temerosa y ansiosa...

-Es una madre, Anahí, vístete y vámonos a casa. Te diría que la llamaras, pero lo que
más le va a tranquilizar es una video llamada desde el mismo salón de tu casa.

-Pero yo no quiero marcharme... -susurró aferrándose al cuerpo maravilloso de ese hombre.

-Debes hacerlo, nosotros podemos seguir con esto cuando queramos. Ojalá que muy
pronto...

Alfonso la besó con pasión en los labios, entregándole con sus besos todo eso que
estaba empezando a latir con fuerza en su corazón, y ella se quedó otra vez sin
aliento con la pasión de ese hombre.

-Lo mismo digo, ojalá que muy pronto... -susurró con los labios pegados a los de él.

-Hazme caso, lo mejor es que nos marchemos. No quiero que tu madre se preocupe...

-Y ella que piensa que eres un crápula, anda que si supiera que la que está
verdaderamente loca de atar es su propia hija.

-No estás loca de atar, yo tengo las mismas o más ganas que tú por seguir con esto,
me muero por estar dentro de ti, por hundirme en ti, por fundirme hasta
arrancarte los gemidos que nadie te arrancó nunca. Pero no quiero preocupar a
tu madre.

Al escuchar esas palabras la sangre entera de Anahí hirvió, deseó con todas sus
fuerzas que ese hombre la poseyera, que le hiciera el amor de la forma más
salvaje, pero reconocía que tenía razón.

Lo mejor era volver a casa, y dejarlo todo para otra ocasión más propicia...

Love Bites (AyA adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora