Capítulo 15

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Anahí se quedó dando vueltas a la conversación, sin entender por qué de repente el señor Herrera había decidido zanjarla de esa forma tan abrupta. De hecho, le había sentado tan mal la espantada después de que reconociera que era una monja a su lado, que le pidió a Michael horas después en el vestuario:

—Hoy quiero un vestido sexy y muy atrevido.

Michael la miró muerto de risa, se ajustó sus gafas y le preguntó:

—¿Hoy vamos a sacar a la leona salvaje que tenemos dentro, señorita Puente?

—Uf... No me hables... Tengo un mosqueo con eso tremendo.

—¿Qué ha pasado? —preguntó poniendo un mohín muy simpático.

—He estado hablando con el señor Herrera antes, después del gimnasio, y todo fluía muy bien. La conversación ha sido muy agradable, incluso se ha abierto a mí contándome cosas profundas y serias, pero de pronto la conversación ha girado hacia
el tema de la sexualidad y al confesar que soy una monja a su lado, casi me ha
dejado con la palabra en la boca.

Michael se echó a reír y dijo tras revolverse el pelo con la mano:

—Es que si llega a quedarse te habría follado por todas partes, nena.

—¿Qué? —preguntó Anahí, pestañeando muy deprisa.

—Chica, espabila de una vez. El señor Herrera está harto de estar con señoritas que se abren de piernas a la primera de cambio, mujeres desinhibidas que follan como si no hubiera un mañana, y me parece perfecto, cada uno vive la sexualidad como
quiere, pero entiende que, si de repente aparece una pobre criatura como tú que
reconoce que es casi una monja, se ponga como una auténtica moto. ¡Eres toda
una novedad y una tentación para él! La rara avis que está loca por beneficiarse, ¡el encanto de lo virginal, nena!

—¡No digas bobadas, Michael! Ni soy virgen, ni soy el tipo de Alfonso Herrera. No creo

que le pueda provocar ese tipo de pasiones incontroladas, no ha sido eso, no...

—Uf. Qué poco conoces a los hombres, Any. Estoy segura de que le has puesto muy
cachondo, con tus mallas de fitness, tu cuerpecito sudado y esa inocencia tuya en lo sexual...

—Inocente no soy, clásica a lo sumo... Para mí el sexo de uno en uno y enamorada hasta las trancas.

—Perfecto, cielo. Pero ¿me quieres decir para qué quieres un vestido cañero esta noche?

—Quiero dejarle claro al señor Herrera que tampoco soy una monja.

Michael se fue a por un Versace que había llegado, repleto de trasparencias y corto
hasta casi la ingle, y le dijo:

—Esto es lo de lo más provocador, pero lo que no entiendo es ¿por qué te importa
tanto la opinión de tu jefe?

—No me gusta cómo me ha hecho sentir, dejarme con la palabra en la boca... Quiero
demostrarle que puedo ser muy sexy y muy sensual...

—¿Y crees que no lo sabe? ¿Crees que necesitas ponerte ese vestido, con el que vas
a ir casi desnuda, para que el señor Herrera se percate de tu potencial sexual?
Aunque fueras con una túnica hasta los pies, ese hombre se sentiría atraído por
ti.

—Buah. Qué pesado con eso. Teniendo modelos exuberantes dudo mucho que le guste, pero yo necesito ese vestido para sentirme bien. Esta noche al menos, lo necesito...

—¿Para sentirte bien o para mandarle el mensaje al señor Herrera de que eres mucho más que una monja? ¿En qué quedamos?

—¡Déjame en paz que me estás poniendo nerviosa!

Love Bites (AyA adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora