Capítulo 43

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A las cinco de la tarde, Alfonso estaba llamando a la puerta de la casa de los

padres de Anahí. Un departamento en una zona tranquila de clase de media frente

a un parque en el que la gente parecía feliz...

Alfonso estaba muy nervioso parado frente a esa puerta y más cuando escuchó que unos

pasos se acercaban desde el otro lado y sintió que le estaban observando a

través de la mirilla:

—Disculpe, soy Alfonso Herre...

Antes de que pudiera terminar de presentarse porque no había encontrado mejor forma

de romper el hielo, la puerta se abrió y apareció una mujer parecidísima a Anahí

pero con treinta años más.

—Sé muy bien quién eres y no imaginas lo feliz que estoy de que estés aquí —dijo la

madre en un tono de lo más amigable y abriendo la puerta con una sonrisa enorme

de bienvenida.

—¿Está segura? —preguntó Alfonso más que sorprendido.

—Sí, eres el famoso crápula internacional. Pasa, anda, que estaba ansiosa por

conocerte.

Alfonso alucinado por lo que estaba ocurriendo entró en la casa, atravesó un hall

repleto de fotos familiares por las paredes, en las que localizó a Anahí, su

preciosa Anahí, y luego pasaron a un salón bonito, luminoso y acogedor en el que

la madre le invitó a que se sentara en un sofá de terciopelo azul.

—¿Quieres tomar algo, Alfonso? Te llamo Alfonso porque llevo tanto hablando de ti que eres

como de la familia.

—No, gracias. Es usted muy amable, señora Puente.

—Tienes muy mala cara, estás paliducho, con ojeras y estás más flaco que en las

revistas.

—Es que no estoy atravesando mi mejor momento... —reconoció, mientras la señora

Puente se sentaba en el sillón a juego que estaba frente a él.

—Anahí me ha contado, al principio se resistía pero finalmente se sinceró: sé que te

pasas cada noche frente a su casa... Y no sabes cómo te entiendo...

Alfonso dio un respingo en el asiento y miró a la señora Puente con cara de no entender

nada. ¿Pero esa mujer no le odiaba?

—Señora, le repito que soy Alfonso Herrera, el del club Herrera, ¿usted no me consideraba una

pésima influencia para su hija?

—Sí, al principio sí, te conocía solo por la prensa... Pero resulta que el otro día mi

hijo Paul, que estudia Arquitectura, me contó que tiene dos compañeros que

estudian con beca gracias a usted. Me quedé de piedra... Me puse a

investigar y ahí fue cuando me enteré de las cosas que haces tan maravillosas

con la fundación y que no aparecen jamás en prensa. Me pareció tan injusto...

—Es lo que hay, señora. Mi trabajo con la fundación no le interesa a nadie.

Love Bites (AyA adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora