Husk
Me ponía de los nervios. Que cada interacción que tuviéramos se basara siempre en los coqueteos, en las insinuaciones, en las frases con doble sentido... Me sacaba de quicio. Era imposible mantener una conversación civilizada con él. Era como si tuviera metido en la cabeza que tenía que comportarse como un actor porno las veinticuatro horas del día, sin descanso.
Tenía derecho a estar enfadado. Tenía derecho a querer que las personas respetaran mis limites y mis incomodidades. Tenía derecho a que Angel parara en cuanto le dije que me estaba molestando. Además, no es que sea precisamente una persona que no manifiesta las cosas que le molestan en voz alta. Creédme, sé hacerlo notar.
Y era precisamente por eso por lo que me daba tanta rabia, tanta impotencia. Pero... A pesar de todo, tenía que admitir que me había comportado como un idiota.
Puede que Angel tuviera una máscara puesta la mayor parte del tiempo y fingiera ser alguien que no era. Y sí, puede que su comportamiento fuera irritable y... que diera repelús. Pero eso tampoco me daba el derecho de meterme con algo tan personal como su contrato con Valentino. Sobre todo porque sabía mejor que nadie lo que era ser el "perrito faldero" de otro, tal y como él había descrito.
Me había pasado. Y lo cierto es que en el momento no fui capaz de verlo. Me comportaba con frecuencia de manera impulsiva. Siempre me había caracterizado por ser un contestón, un borde, y si cualquier cosa me tocaba los cojones, poco me importaba si alguien se ofendía. Pero cuando vi cómo su expresión cambió de esa manera tan radical al decir "tu jefe"... Recordé el miedo que puede llegar a sentir una persona por su overlord.
Era una mirada cargada de emociones, y ninguna era positiva. Rabia, tristeza, impotencia, terror... Y evidentemente, respondió con un tono a la defensiva.
"Al menos a mí no me pega mi jefe como si fuera un perro..."
Si esto hubiera pasado dos días antes, probablemente me hubieran importado una mierda sus sentimientos y le habría mandado a tomar por culo. Pero la frase que iba a decir en mitad de la discusión era demasiado, y lo que me hizo darme cuenta de ello fue la voz de Vaggie repitiendo una y otra vez que Alastor formaba parte de esto. Que él quería que yo condujera a Angel por el "buen camino", incluso cuando no iba a ser recompensado por ello.
Y si esas eran las órdenes de Alastor, no podía decirle un comentario tan dañino a Angel. Terminar esa frase hubiera supuesto el fin de cualquier esperanza de acercarme a él de manera amistosa. Y no, no estaba dispuesto a sufrir las consecuencias de un Alastor enfadado. Me veía obligado a dejar de lado mis principios morales y... obedecer. Como siempre.
Habían pasado ya más de seis horas desde que Angel se marchó, y mi día había sido tan aburrido como de costumbre. Hice un par de turnos en la barra cuando Charlie se acercó a pedir algo y cuando Niffty vino con su actitud de loca a molestarme. Luego estuve en mi habitación leyendo un libro malísimo, el primero que encontré en la estantería. Me di una ducha de agua caliente y bajé de nuevo a la recepción.
Mi vida era... monótona. Me sentía perdido. Echaba de menos los tiempos donde podía ir y hacer lo que me diera la gana, sin tener que preocuparme por complacer a nadie. Pero supongo que eso ya se había acabado para mí.
Recogiendo un poco mi habitación me fijé en una mochila vieja, puesta de aquella manera debajo de la cama. La abrí y encontré algunas cosas viejas de mi antiguo casino. Las fichas de póquer, los dados trucados, pequeñas figuras de máquinas de juegos en miniatura... Y me fijé en una baraja de cartas negra y dorada. Mi baraja de la suerte... hacía años que no jugaba con ella.
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𝙃𝙊𝙋𝙀 ❧ 𝐇𝐮𝐬𝐤𝐞𝐫𝐝𝐮𝐬𝐭
FanfictionEl hotel está yendo cada vez peor, y Charlie ya no sabe qué hacer para arreglarlo. Tras una reunión con la Junta en el cielo, los ángeles proponen lo siguiente: aceptarán el proyecto como método oficial de redención si Angel Dust, la famosa estrella...