~ Capítulo 18 ~

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Angel

Había pasado por muchísimas borracheras a lo largo de mi vida y de mi muerte, especialmente de mi muerte. La fiesta y el alcohol se habían convertido en parte de mi vida cotidiana, y mi capacidad para tolerar grandes cantidades me hacía soportar la noche entera para acabarla con la suficiente energía como para volver a casa. Desfasaba, me reía, hacia el imbécil y luego me arrepentía de haber hecho cualquier gilipollez. Las resacas eran normales, estaba acostumbrado a sentir el dolor de cabeza o a vomitar en el baño varias veces en las mismas 6 horas.

Pero aquel dolor de cabeza era sobrehumano.

No tenía ni puta idea de qué tipo de vodka era el que me había bebido, pero definitivamente tenía claras dos cosas: sabía a mierda y era fuerte como su puta madre. Cuatro chupitos. Ni siquiera era una cantidad exagerada. Había llegado a consumir más de diez seguidos de otras bebidas, y jamás me habían dejado una resaca tan insoportable como aquella. Estaba seguro de que había bebido más después de eso y, simplemente, no lo recordaba.

Me removí sobre la cama, estirando mis brazos y piernas mientras seguía negándome a abrir los ojos. Dios... el cerebro me iba a estallar. Era como si me estuvieran hincando alfileres dentro de la cabeza, con total precisión. Como si fuera un método de tortura. Agarré algo que parecía ser una almohada y escondí la cara en ella, intentando acostumbrarme al hecho de que la habitación en la que estaba tenía mucha luz. Demasiada.

Sentía el tacto de unas sábanas que no eran mías. De un colchón que me sonaba extrañamente familiar, pero en el que no estaba acostumbrado a dormir cada noche. Preso del pánico, abrí los ojos de una, sin importarme que mis pupilas se dañaran por la intensidad de la luz tan repentina. La claridad me cegó unos instantes, pero suspiré aliviado al comprobar que estaba en la habitación de Cherri.

Menos mal.

Por unos instantes, creía que me encontraba en el apartamento de Valentino. No sería la primera vez que acudía a él estando borracho, ni la primera vez que se aprovechaba de mi estado para acostarse conmigo. Aunque él lo hacía de todas maneras con o sin alcohol en mi cuerpo. Al menos esa vez no había sido tan estúpido de ir con él.

Mi memoria fallaba. Había eliminado de mi mente todo lo que pasó después de que me apartara de... ¿Fran? ¿Sam? No me acordaba de su nombre. Todo ocurrió muy rápido después de que me tomara el vodka, en menos de quince minutos. Era como si aquel tipo hubiera estado dándome conversación en la barra solo para esperar a que el alcohol me hiciera efecto y así tener más probabilidades de irse conmigo. Mi memoria muscular recordaba la sensación de su boca sobre la mía, y a pesar de que no era desagradable, tampoco me resultaba reconfortante recrear ese momento en mi mente.

Arrastré mis pies perezosamente por el suelo, dirigiéndome directamente a la ventana para cerrar un poco la persiana. Necesitaba luz, pero tampoco de forma tan exagerada. Si no hacía que en aquella habitación hubiera un poco de oscuridad me iba a estallar la cabeza. Sentí un profundo alivio al hacerlo y esperé unos minutos sentado en el borde de la cama, tratando de espabilarme y de controlar las punzadas en mi cerebro. Sin éxito, me dirigí hasta la puerta.

Me encontré con una Cherri distraída, tecleando algo en su móvil de manera despreocupada sobre el sofá. Al escuchar mis pasos y la puerta de la habitación abriéndose, alzó la vista y dejó el teléfono inmediatamente en la mesa, centrando toda su atención en mí. Lo normal habría sido decirle "buenos días", o "¿qué pasó anoche?", pero solamente había una cosa que quería preguntar.

- ¿Me das una pastilla?

Ella asintió, entendiendo al instante que mi resaca era monumental. Se dirigió a uno de los muebles de la cocina y abrió el cajón, rebuscando hasta encontrar una pequeña cajita de pastillas blancas. Me sirvió un vaso de agua y dejó todo sobre la encimera.

𝙃𝙊𝙋𝙀 ❧ 𝐇𝐮𝐬𝐤𝐞𝐫𝐝𝐮𝐬𝐭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora