Husk
Me gustaba caminar solo, hacía tiempo que no daba un paseo por mi cuenta y sinceramente, se sentía bien. Había decidido dar un rodeo absurdo por algunas calles estrechas y poco transitadas, con la intención de alargar un poco más la vuelta al hotel. Me pasaba las tardes encerrado en el mismo lugar, detrás de la misma barra vacía. Aunque no me consideraba precisamente un fan del ambiente urbano ahí abajo, servía para despejar la mente y aclarar mis ideas.
Y aunque tenía muchísimas ganas de conseguir eso último, me temía que no iba a encontrar respuestas hasta tiempo después.
La calle por la que caminaba estaba empedrada y era serpenteante, con un aire antiguo y decadente que me resultaba extrañamente reconfortante. Las fachadas de los edificios eran de tonos cálidos, desgastados por el tiempo y cubiertos de grafitis. Las puertas y ventanas estaban en su mayoría cerradas, dando la impresión de que la vida ahí se refugiaba del mundo exterior.
Los balcones de los edificios, con sus barandillas de hierro oxidado, parecían guardar historias de otros tiempos. Me preguntaba la de hechos horrendos que habrían presenciado aquellas paredes a lo largo de los años. Y no me refería solamente a los demonios.
El exterminio era la prueba de que la maldad puede llegar a ser subjetiva. Cada año, aquellos que se hacían llamar ángeles, los que supuestamente "tenían el cielo ganado", masacraban sin piedad a miles de almas. Muchas de ellas lo tendrían merecido, pero no todos los pecadores se enorgullecían de sus actos. A veces me preguntaba qué habría después de una segunda muerte, llegando siempre a la conclusión de que quizás la respuesta era nada. Lo que más sentido tenía era que simplemente dejáramos de existir, y había momentos en los que no me parecía un castigo tan malo. Al menos así nadie controlaría mi alma.
Treinta minutos caminando no habían sido suficientes para avanzar con mi propio caos mental, y estaba empezando a pensar que quizás la mejor opción era rendirse y dejar que se solucionara cuando llegara el momento. No tenía de qué preocuparme, Angel había accedido a ser paciente y darme tiempo. Pero estaba comenzando a sospechar que yo estaba más desesperado por obtener una respuesta que él.
No me gustaba no entenderme a mí mismo. El hecho de saber leer a las personas pero no ser capaz de aplicarme mis propios métodos me sacaba de quicio.
Vislumbré a lo lejos la pequeña torre de Alastor por encima de los edificios, indicando que ya me estaba acercando a mi destino. Ahí era donde el demonio de la radio emitía su programa en directo cada tarde, un programa que, para ser sincero, no había escuchado nunca. No tenía el más mínimo interés. Suficiente tenía ya con tener que soportarlo dentro del hotel como para estar escuchando su irritante voz más de lo necesario.
Abrí la puerta principal deseando que no hubiera nadie en la planta baja. Estaba mentalmente agotado y no tenía ganas de interactuar con una Charlie emocionada o con un Alastor irritante. Al deslizar mis ojos rápidamente por la entrada y no encontrarme con nadie suspiré aliviado, pero al girarme para cerrar la puerta noté algo a mi espalda. Me di la vuelta lentamente.
Mierda.
Bajé la cabeza, viendo a una Niffty eufórica e hiperactiva. De todas las personas del hotel tenía que lidiar con la niña loca. Genial.
- Has salido, tú nunca sales. ¿A dónde has ido? No había nadie en la barra. ¿Puedo limpiar tu habitación? Huele a polvo desde fuera. ¿Te puedo tocar las orejas?
Era como si se hubiese propuesto hablar lo más rápido posible. Y si había algún récord Guinness estaba seguro de que ella lo rompería sin apenas esforzarse.
- No es de tu incumbencia, no puedes entrar en mi habitación y mucho menos tocar mis orejas.
Odiaba que Niffty entrara en mi habitación, así que se lo prohibí expresamente. Los primeros días de estancia en el hotel me cambiaba todos los días las cosas de sitio, colocándolas en los lugares que ella consideraba los mejores para que todo se viera más ordenado. No me gustaba que alguien tocara mis cosas, mucho menos que las moviera a su antojo para que luego me costara encontrarlas. Así que, después de insistir un poco, convencí a Charlie de que yo me encargaría de la limpieza de mi propio cuarto.
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𝙃𝙊𝙋𝙀 ❧ 𝐇𝐮𝐬𝐤𝐞𝐫𝐝𝐮𝐬𝐭
FanfictionEl hotel está yendo cada vez peor, y Charlie ya no sabe qué hacer para arreglarlo. Tras una reunión con la Junta en el cielo, los ángeles proponen lo siguiente: aceptarán el proyecto como método oficial de redención si Angel Dust, la famosa estrella...