~ Capítulo 19 ~

170 21 31
                                    

Husk

Tener la oportunidad de fumar un cigarro Dunhill era algo que pocas personas en el infierno podían apreciar. En un lugar donde lo sencillo y lo rápido abundaba, una pequeña cajetilla elegante con acabados dorados era demasiado complejo y sofisticado. No todos entendían la historia detrás de cada bocanada de humo, detrás de cada ceniza. No era solo tabaco,  sino una obra maestra de un legado que se había forjado desde 1907, una pieza de artesanía que había evolucionado de generación en generación, perfeccionando su sabor y su presentación hasta alcanzar un nivel de sofisticación casi inalcanzable.

Nunca pensé que algo hecho con tanto cuidado y dedicación ahora me dejara un sabor tan amargo en la boca.

Observé el humo elevarse en el aire, antes de desvanecerse por completo sin dejar rastro. El cigarro entre mis dedos, recién encendido, emitía una fragancia de tabaco envejecido con notas sutiles de cuero y madera, una fragancia que se contrastaba duramente con el nudo en mi estómago. Aquel cigarro estaba diseñado para retener el 98% de las partículas nocivas del humo. Sin embargo, ningún filtro podía capturar el peso de la preocupación que me consumía. 

La terraza del hotel estaba vacía y en silencio, un contraste marcado con el bullicio de la ciudad que se extendía más allá de la barandilla. Me gustaba ese pequeño balcón, en una de las paredes laterales del edificio, sin apuntar directamente a la entrada. El aire frío me golpeaba directamente en la cara, haciendo que sintiera un alivio refrescante mientras inhalaba aquella dosis de nicotina. Hacía años que no fumaba, y no tenía pensado que se convirtiera en costumbre, pero en esos momentos necesitaba con todas mis fuerzas algo que me hiciera sentir paz, aunque fuera por tan solo unos segundos. 

La ciudad abajo continuaba su ritmo frenético, una mar de luces y sonidos que se mezclaban en la distancia. Era mi pequeño recordatorio de que, mientras yo me sentía atascado en el tiempo sin hacer ningún avance, el mundo seguía girando. Y no sabía cómo sentirme al respecto. 

Angel no había vuelto. 

La última imagen que tenía de él eran sus ojos llorosos, su labio inferior temblando ligeramente y su rostro mirándome como si no me reconociera. En definitiva, una expresión que reflejaba puro dolor. Recordaba sus pasos, lentos y pesados, mientras terminaba de bajar los últimos escalones y se alejaba poco a poco del hotel. Mientras se alejaba de mí.

Cuando Angel estaba de bajón era susceptible a recaer con mucha facilidad, y más después de enterarse de que su sobriedad no iba a dar sus frutos. Sabía que probablemente habría ido a lugares donde no debía, habría retomado costumbres que no tendría que retomar. Incluso existía la posibilidad de que hubiera recurrido a personas a las que, hace unos días, no habría querido volver a ver jamás. E independientemente de lo que a mí me pareciera, tenía derecho a hacerlo.

La promesa que hicimos ya no tenía sentido mantenerla, y precisamente por eso la noche anterior me bebí media botella de whisky yo solo. No iba a mentir, la sensación de poder beber sin limites había sido tentadora durante todo ese tiempo, y finalmente poder hacerlo me dio un alivio inmediato. En otras circunstancias, me hubiera terminado la botella entera, e incluso hubiera abierto otra por si acaso. Pero después de llevar poco más de la mitad, decidí parar. Por mí, y por él.

Sabía que no tenía sentido, porque él también se habría puesto hasta arriba de cualquier cosa esa noche. Pero cuando me desperté esa mañana con una ligera resaca y con el estómago revuelto, entendí por qué me pareció buena idea dejar todo aquello. El alcohol nunca había traído nada bueno a mi vida, solo problemas. Y esa noche fue cuando me di cuenta de que, a pesar de que sentía que había estado tomando las riendas de la situación, yo no controlaba absolutamente nada. Si hubiese querido cambiar de verdad, habría dejado el alcohol por completo, pero siempre me bebía una copa cada noche. Si hubiese querido cambiar, no habría recaído tan fácilmente al saber que ya no había promesa que mantener. Ni tampoco estaría fumándome aquel cigarro, aunque nunca hubiera prometido deshacerme del tabaco.

𝙃𝙊𝙋𝙀 ❧ 𝐇𝐮𝐬𝐤𝐞𝐫𝐝𝐮𝐬𝐭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora