𝙃𝙊𝙋𝙀 ❧ 𝐇𝐮𝐬𝐤𝐞𝐫𝐝𝐮𝐬𝐭

~ Capítulo 5 ~

Husk

El whisky es más que una simple bebida; es historia embotellada. Cada sorbo contiene la esencia de barricas de roble, el carácter de los granos y el alma del destilador. El término "whisky" proviene del gaélico "uisce beatha," que significa "agua de vida". 

El envejecimiento en barricas de roble es lo que le da al whisky su distintivo sabor y color. Cada barrica, al ser única, aporta matices diferentes a la bebida, creando una diversidad de sabores que van desde notas de caramelo y vainilla hasta toques de especias y frutas secas. Incluso el clima y la ubicación del almacenamiento pueden influir en el resultado final, convirtiéndolo en una bebida tan compleja como la vida misma. 

Era curioso cómo algo tan lleno de vida terminaba en un lugar tan desolador como este bar. 

Y era aún más curioso que terminara siendo desperdiciado en alguien tan desolador como yo. 

Me encontraba solo, como de costumbre, observando cómo el líquido ámbar brillaba con las luces del techo y escuchando únicamente el crujido de la madera vieja. El ambiente del bar, a pesar de su tristeza, era bastante reconfortante. Cada botella perfectamente colocada tenía su propia historia, y cada sorbo me hacía reflexionar sobre las decisiones que me condujeron ahí. 

Di el último sorbo a mi vaso y lo dejé con fuerza sobre la barra, apoyando ambas manos sobre la superficie y disfrutando del silencio. Era uno de esos días en los que necesitaba la calidez del alcohol para acallar el ruido en mi cabeza. Habían pasado un par de días desde el episodio con Angel en el piano, y todavía no sabía cómo sentirme al respecto.

Culpa. 

Era la palabra que más se repetía en mi cabeza una y otra vez, sin descanso. Ahora, más que nunca, me arrepentía de haberme metido en el juego. Me arrepentía de haber aceptado unirme en esa primera partida. Me arrepentía de haber continuado con esa última apuesta. Todo esto nunca hubiera pasado si hubiese sido más precavido, si me hubiese importado realmente mi futuro. 

La idea de darle falsas esperanzas a Angel, de hacerle creer que podría alcanzar la redención y encontrar la paz en el cielo, me hacía sentir enfermo. Todavía no había tenido ninguna conversación con él respecto a sus adicciones, y no era porque se me hubiese olvidado, precisamente. 

Sabía lo que tenía que hacer, e iba a empezar justo hace dos días, sentados en ese piano. Era el momento perfecto, el silencio después de una buena melodía era capaz de convertir a los más fuertes en los más débiles en cuestión de segundos. Quise sacar el tema de su rehabilitación, intentar dejar un rastro en su conciencia para que reflexionara acerca de ello. Aprovecharme de su vulnerabilidad para influir en su forma de pensar y actuar... Pero cuando le escuché hablar me vi incapaz. 

- Podrías enseñarme algún día. 

- ¿A tocar el piano?

- A conocerte mejor.

Vi el brillo en sus ojos. Vi la emoción en su mirada al creer que por fin estaba encontrando un hombro en el que apoyarse, alguien a quien llamar amigo en un futuro. Y entonces me vi a mí mismo, y no pude evitar sentir una fuerte presión en el pecho. 

¿Qué coño estaba haciendo?

El sonido de unos tacones me sacó de mis pensamientos, haciéndome levantar la mirada. Vi a Charlie entrar desganada, sin la expresión risueña que normalmente la acompañaba a cualquier lugar. Tenía ojeras, grandes ojeras. Bostezaba mientras caminaba y tenía el pelo algo enmarañado, era evidente que había dormido mal. Había estado todo el día arriba, en su habitación, y no la había visto siquiera pasar por los pasillos. Eso no era propio de Charlie.