Husk
Diez días. Diez putos días permitiéndome beber solo una copa por la noche.
Se estaba haciendo insoportable. Al sentir el alcohol deslizarse por mi garganta sentía una satisfacción que solo podía ser saciada con otra copa más, y luego otra más. Ni siquiera consideré la opción de dejar la bebida por completo, sabía que sería prácticamente imposible. Pero me prometí a mí mismo que controlaría las cantidades, que intentaría tomar las riendas de la situación. Se lo prometí a él.
Ni siquiera sabía por qué me había dejado arrastrar por toda esta situación. Podría haber dicho mil cosas en esa cena para convencer a Angel de que dejara las drogas sin siquiera mencionar mis propios problemas. Podría haberme inventado una historia, podría haber desviado la conversación. Pero no lo hice. En vez de eso, me encontré compartiendo mi lucha personal, admitiendo mi dependencia, y prometiendo hacer un esfuerzo por cambiar. Todo por él.
Cada noche, esa única copa era un recordatorio constante de mis demonios internos. Era como si el líquido ardiente fuera un cruel susurro, incitándome a rendirme, a volver a mis viejas costumbres. Me carcomía por dentro, pero hice una promesa, y soy un hombre de palabra.
Además, tenía que admitir que, a pesar de que el beber solo agua estaba alimentando mi ansiedad, también tenía ciertos efectos positivos en mi cuerpo. Hacía años que no dormía ocho horas del tirón. Mis pensamientos se sentían más claros, mi cuerpo menos pesado. No era un gran consuelo, pero era algo. Cualquier mejora, por pequeña que fuera, me daba una pizca de esperanza de que quizás, solo quizás, podría lograrlo.
Pero lo más complicado de todo era soportar la tentación de trabajar literalmente rodeado de botellas. La barra del hotel estaba repleta de ellas, cada una llamándome con su brillo y promesa de alivio. No era solo el hecho de tenerlas a mi alcance, sino el tener que servir a otros, ver cómo disfrutaban de sus tragos sin la carga que yo llevaba a cuestas. Cada vez que destapaba una botella, el aroma me golpeaba como un recordatorio cruel de lo que me estaba privando.
Y fue justo eso lo que sentí cuando vi a Angel disfrutar de su sidra, el líquido dorado brillando en su vaso mientras lo levantaba con una sonrisa. Sentí una punzada de envidia invadiendo cada parte de mi cuerpo, pero me mordí la lengua.
- Por favoooor...
- No.
- Es solo un toquecito de nada. - Dijo el peliblanco inclinándose para intentar tocar mis alas, me eché hacia atrás al instante. - ¡Venga ya! Solo es un segundo.
- Ni se te ocurra tocarme.
No sé siquiera por qué se me ocurrió admitirle que odiaba que la gente tocara mis alas. Eso había despertado una curiosidad inmensa en él, acribillándome con miles de preguntas por segundo y no perdiendo la oportunidad de intentar estirar su brazo para alcanzarlas cuando estaba de espaldas.
- Ni siquiera sé por qué tienes alas si no las usas.
- Claro que las uso.
- Te he visto volar solo dos veces y no te despegaste más de tres metros del suelo.
Vale, puede que fuera cierto que no utilizara con mucha frecuencia mi habilidad, pero era porque generalmente no la necesitaba. Además, aunque mucha gente se pensaba que volar era un simple pasatiempo, en realidad, era una actividad agotadora. ¿Para qué mentir? Me daba pereza.
La frustración se acumulaba dentro de mí cada vez que Angel intentaba tocar mis alas. Sabía que él lo estaba haciendo a propósito, disfrutando de mi reacción. Fruncía el ceño cada vez que me alejaba de él, pero no podía evitarlo. El simple contacto de los dedos en las plumas parecía causar una electricidad que se extendía por mi cuerpo, y no era una sensación agradable, sino incómoda.
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𝙃𝙊𝙋𝙀 ❧ 𝐇𝐮𝐬𝐤𝐞𝐫𝐝𝐮𝐬𝐭
FanfictionEl hotel está yendo cada vez peor, y Charlie ya no sabe qué hacer para arreglarlo. Tras una reunión con la Junta en el cielo, los ángeles proponen lo siguiente: aceptarán el proyecto como método oficial de redención si Angel Dust, la famosa estrella...