—PARTE UNO—
21 de mayo de 2022
La sensación de tener tranquilidad brotando por tu cuerpo. Cuando sientes como este va subiendo desde las plantas de tus pies, escalando por todos los rincones de tu figura. Logrando saciarte de melatonina.
A veces me preguntó por qué cuando duermo no puedo conseguir esa tranquilidad. Por qué mis pensamientos tienen que invadirme hasta en esos momentos, cuando se supone que todo mundo descansa en sus camas, con su respiración suave y lenta. ¿Cómo se sentiría aquello?
Al recibir el impacto del auto contra mi cuerpo, mis sentidos se perdieron. Volaron. Escaparon de mis temores, mis preocupaciones. Decidieron que era momento de abandonar mi cuerpo para descansar en un lugar donde sí obtuvieran aquello. Porque conmigo no lo conseguían desde mucho tiempo atrás.
Perdí completa noción del tiempo.
Perdí la movilidad de mi cuerpo.
Lo único que sabía era que mi alma se mantenía en un jardín, uno muy hermoso. En aquel lugar los pájaros cantaban y revoloteaban por los aires exclamando cosas de las que no comprendía. El río que bajaba por la colina me relajaba. Sentir el pasto chocando con las plantas de mis pies al mover los dedos, era reconfortante.
Un segundo más.
A lo lejos la vi.
Un solo momento, por favor.
Una sensación extraña se producía en mi interior. No estaba segura de donde provenía, pero lo podía sentir por todas partes. Era relajante. Placentero.
Mis pasos fueron lentos, pero firmes. Mi cabeza se mantenía hacía en frente, donde aquella silueta reposaba sobre el suelo, rodeada de flores... sus favoritas, gardenias. El color de aquellas flores blancas le resaltaba su piel olivácea. Su vestido beige le dejaba sus hombros descubiertos, permitiendo que su piel tuviera contacto con las puntas de aquel césped.
Aquella sensación subía lentamente hasta llegar a mi pecho, lo sentía desnudo, como si hubieran desprendido aquello que lo mantenía alejado de todas las personas, y en aquella presencia tan familiar, todo se desmoronaba. Su cercanía conseguía que mis sentidos se volvieran un puño de emociones, aquellas que había prometido no volver a ver.
—Mamá...
Mi voz sonó en un suspiro. Uno lento y pausado.
El hormigueo se desplazaba por mi cuerpo a gran velocidad, con mucha determinación. De forma intensa, sentía cómo se encontraba con el puño de emociones que bajaban por mi cuerpo, uniéndose a aquel hormigueo.
Ver la calma de su cuerpo, la forma en la que su pecho subía y bajaba. Como cuando una persona duerme plenamente. Ella estaba bien. Aunque sus ojos estuvieran cerrados y pudieran llevarte a pensar que se encontraba en un estado de coma, era, más bien, parte de un lindo sueño del que ella no quería despertar.
Necesitaba cuidarla, protegerla de cualquier ser que se atreviera a acercarse. Temí perderla. Quise cubrirla entre mis brazos, pero había algo que me limitaba mis emociones. Tal vez aquello no era real, solo pertenecía a un producto de mi imaginación.
Aun así, me quedé a su lado todo el tiempo. Cepillaba su cabello con las puntas de mis dedos, quitaba las hojas que se caían a su alrededor, buscaba una señal en ella que demostrará que estaba bien. Era en vano, ella continuaba durmiendo.
Ese silencio que nos acompañó durante aquellos días era lo único que necesitaba.
Era cómodo.
Se sentía de forma segura.
ESTÁS LEYENDO
Sombras Del Pasado: Tras La Pista De La Verdad
Mystery / ThrillerSe suponía que me olvidaría de la existencia de mis padres, ellos se habían ido sin ningún aviso, dejándome con mis abuelos fingiendo que solo se irán por un fin de semana por trabajo. Se suponía que debían regresar por mí, pero no lo hicieron. El...