CAPÍTULO 3

26 2 1
                                    

29 de abril de 2022, en la madrugada 

Escuchaba las olas del mar, acompañadas de la ligera brisa que paseaba por mi rostro.

Al abrir mis ojos,  me di cuenta de que no estaba en mi habitación. Estaba sentada en una manta bordada amarilla. A lo lejos, podía avistar la playa, la misma playa que visitaba junto con mis padres.

A lo lejos, escuchaba unas risitas, eran ellos: mis padres. Lo extraño era que tomaban la mano de un niño pequeño de unos 4 años. Mientras paseaban por la playa, se veían muy felices, lo que me ocasionó una fuerte punzada en el pecho. Me preguntaba a mí misma ¿Quién era el niño?, y, ¿Por qué me era tan familiar?

Tal vez me parecía familiar su cabello castaño claro y las pequeñas pecas en el rostro, que le iban a juego con su tez clara. Luego, miré de nuevo a mis padres, esta vez con un poco más de atención. Ahí lo entendí todo. Era idéntico a ellos, y peculiarmente llevaban la misma vestimenta: unos shorts de mezclilla y una camiseta de manga corta de color blanco con los pies descalzos.

Un escalofrío hizo un recorrido desde la parte baja de mi espalda, subiendo con mucha lentitud. Todo mi cuerpo se comenzó a tensar, desde mis pies, hasta mis manos, justo cuando vi que se dirigían hacia mí.

La tensión aumentaba a cada paso que daban. Sus sonrisas se desvanecían al ritmo de su paso, con la misma lentitud, pasando de una mirada sonriente, a una mirada fija y seria, centrada en mí. Provocando, un nuevo escalofrío por mi piel.

La cálida luz del sol se desvanecía, perdía su intensidad, sustituida por la fría brisa del aire que me erizaba la piel. Inconscientemente, comencé a retroceder poco a poco, como si mi cuerpo me dijera que debía alejarme de ahí, huir de ese lugar.

Una ligera capa de niebla rodeaba todo el lugar, ocasionando que perdiera de vista a mis padres junto al niño, era como si hubieran desaparecido de repente, sin aviso alguno.

Por un momento, pensé que había terminado. Traté de controlar mi respiración. Controlar el impulso de salir corriendo. Pero no era así, comencé a sentir variar miradas de nuevo, giré mi rostro al lado donde sentía que provenían, los vi a ellos, pero estaban llenos de sangre, con lágrimas oscuras, derramando sin parar de sus ojos. Ahora vestían completamente de blanco, por lo que la sangre se notaba más.

Giraron sus cabezas hacia la izquierda al mismo tiempo, con miedo. De pronto, avisté una silueta a lo lejos de ese lado al que miraban, era alto y fornido. Comencé a retroceder al lado opuesto, pero dos hombres con trajes negros me tomaron por los brazos, dejándome caer en una especie de habitación, sin ninguna ventana, por lo que solo había oscuridad.

Un miedo se empezaba a apoderar de mí, había demasiado eco con cualquier movimiento que hacía, y aunque estuviera sola, seguía sintiendo las miradas.

Me preguntaba de donde provenían. Intenté levantarme, pero ahora estaba atada de pies y manos. La niebla volvía a aparecer. Por alguna extraña razón me resbalé, y me di cuenta de que el suelo estaba húmedo. Poco a poco la habitación se inundaba. Traté de desatarme, pero era imposible, no podía moverme. Sentí que alguien se acercaba a mí con sumo cuidado, repitiéndome una y otra vez al oído... Te están vigilando.

La voz se volvió más grave, hasta que dejé de escucharla. Mi corazón iba muy rápido. Volví a creer que había acabado. Pero, sentí que alguien estaba detrás de mí y volvió a decir... Te están vigilando. Justo en ese momento, el estruendo de un disparo se escuchó a mis espaldas. Me espanté, y pegué un grito muy fuerte.

Abrí los ojos tan rápido como me fue posible.

Ahora estaba en mi habitación, mi respiración estaba agitada, apenas y podía respirar. Miré mi alrededor con mucha cautela, era extraño, seguía sintiendo una mirada, más no sabía de donde provenía. Maldita pesadilla.

Sombras Del Pasado: Tras La Pista De La VerdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora