PRÓLOGO

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¿Quién puede imaginar lo que el rencor puede causar?

¿Cuánto dolor es lo que puede traer?

En este libro te lo contaré...

Empecemos por el principio de todo...

Adrián tenía la vida perfecta, una demasiado envidiable. Ya sabes, la familia mágica y reluciente que aparece en las portadas del periódico, y no solo en el intento de llevar una vida hermosa frente al telón. No, hablamos de esa vida que continúa siendo perfecta detrás del telón.

Esa era su vida, con unos padres amorosos, una casa maravillosa, el auto que media ciudad añoraba conseguir y, sobre todo... los recursos necesarios para llevar una buena carrera. Prácticamente, tenía la vida preparada, lista para servirse en banquete de oro.

En este camino había un niño llamado Harold, que, por su lado, vivía con una familia horrible y disfuncional. Un padre abusivo y borracho que aprovechaba cualquier oportunidad para golpear a su esposa.

Aquel pequeño observaba cada instante de su vida, preguntándose por qué él tenía que llevar esa vida, mientras que su compañero de clase contaba con una asombrosa vida.

Lo admiraba, adoraba ver cuando los padres de Adrián llegaban por él y lo llenaban de halagos y abrazos. Y a esa corta distancia tuvieron la desafortunada suerte de encontrarse frente al otro. Convirtiéndose en dos niños inocentes que salían por las tardes a jugar en la calle y pasar el horario escolar al lado del otro. Se habían vuelto inseparables.

Pero había una gran diferencia, pues mientras una madre vigilaba a su hijo desde la ventana, el otro sostenía la mano del viento. Uno sufría, mientras que el otro gozaba de riquezas.

Y lo que empezó siendo un sueño, un deseo... se convirtió en la envidia y el rencor.

En los pensamientos de Harold había desprecio hacia un pequeño que consideraba su mejor amigo. Detestaba ver que rebosaba de salud, amor y un hogar donde siempre le esperaban con los brazos abiertos.

Fue así como, de una amistad sana y apreciable, se volvió a una por conveniencia, ocultando las razones para seguir a su lado. Engaños que podrían destruir al otro.

Aquel joven de apellido Félix fue conteniendo su odio en una caja de Pandora, manteniéndose firme y sonriente por fuera. Quería la vida del joven Wilson. Necesitaba todo lo que este tenía.

Podría haberse quedado en solo eso. Sin embargo, al paso de los años, Harold le propuso una alianza a Adrián, algo que podría aumentar sus ganancias en cuestión de días. Formar negocios con las cartas negras, un riesgo que correr, pero una lluvia de riquezas que el joven Félix moría por tener en sus manos.

Adrián Wilson le prometió que lo pensaría, puesto que aún no tenía la empresa de su familia a su mando, solo la dirigía mientras su padre estaba fuera de la ciudad.

Por otro lado, Harold Félix también contaba con una empresa, una muy pequeña, que apenas estaba emprendiendo su camino. El padre de Harold había retomado su vida luego de haber salido de la cárcel por causarle casi la muerte a su esposa. Ella se vio en la necesidad de escapar... con su novio y sin su hijo. Esto afectó al joven, quien arraigo ese sentimiento que comenzaba a nacer al desprecio que crecía cada día para los Wilson.

Aquella empresa había empezado con pequeñas muestras que realizaba el padre de Harold, quien las ofrecía en un pequeño puesto en el centro de la ciudad. Nadie creía en sus esfuerzos, en su cambio como persona. Y Harold se avergonzaba de él.

Aunque, las cosas cambiaron. Le ofrecieron un pequeño trato a su padre para crecer su empresa, el negocio de vinos que había soñado. Entonces se convertirían en los rivales de los Wilson. Fue ese momento en el que aquel joven Félix decidió unirse a su padre, ocultando sus verdaderas intenciones.

Sombras Del Pasado: Tras La Pista De La VerdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora