CAPÍTULO 11

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11 de mayo de 2022

Desde la cima de la colina todo se veía hermoso. La ciudad acompañada del cálido atardecer te entusiasmaba. Verlo desde ese punto, todo se volvía encantador. Con la brisa del aire golpeando delicadamente mi rostro mientras revolvía mi cabello en su dirección, me transmitía paz. Sentía una gran tranquilidad observando todo mi panorama, desde ahí los autos eran diminutos, apenas y se lograban ver. Desde ahí, mis pesadillas dejaban de importar. Fue por esa razón que me dejé llevar por todo mi alrededor. Momentos como ese no se veían a menudo.

Incluso no me importó la voz que llamaba mi nombre en un tono suave a mi lado. No quería que alguien arruinara mi momento. Solo necesitaba, estar tranquila, con la mente en blanco y sin ninguna preocupación, causándome un millón de emociones. Aunque al final entreabrí mi ojo izquierdo para observar a la persona que me acompañaba y terminé escuchándolo.

Sinceramente era lindo. Había una genuina mezcla entre los rasgos de su rostro con el color claro de su brillante piel que resaltaba con la luz anaranjada de aquella tarde. No podía creer que se trataba de él, de esa persona que llevaba los mismos ojos castaños que mi madre, ese cabello idealista que parecía formar parte de una herencia. Aquel rostro enmarcado por sus pobladas cejas que me recordaba a mi padre...

—La verdad duele... ¿No?

Lo miré con incertidumbre. Mi cuerpo se tensó al darme cuenta de su presencia. Sin duda alguna se trataba de él...

—Ryan... —murmuré con sorpresa al girarme en su dirección, mientras él continuaba viendo el panorama del atardecer. Este sonrió dulcemente.

—Ellos están aquí.

—¿Ellos? — pregunté un poco asustada por la respuesta que podría darme. Miré hacia todos los lados posibles, pero no encontraba a nadie. Tampoco había rastro de alguna ave paseando por la colina. Solo estábamos nosotros dos.

Me detuve, siendo expectante de Ryan, percatándome de su tranquilidad. Por un segundo pensé en mis padres. Realmente me sujeté a ese pensamiento, creyendo que se trataba de ellos. Pero después de lo que dijo, esa idea se desvaneció por completo:

—Te quieren lastimar. —me informó, gélido. Regreso su mirada a mi dirección esperando mi reacción. Yo permanecí en el mismo estado, quieta, sin entender sus palabras. Fruncí mi ceño tratando de encontrar el sentido a sus ellas. Tratando de entender a quién se refería.

¿Quién quería hacerme daño?

Él sonrió de forma ladina al darse cuenta de que no lo comprendía.

—Pronto lo descubrirás pequeña... Cuida tus espaldas.

Iba a hablar. Pero la neblina estaba de vuelta. Y como por arte de magia, Ryan ya no estaba a mi lado. Me quedé sola. Además de que había algo diferente. Una sombra que estaba entre la niebla. Entorné mis ojos para lograr diferenciarlo del resto, pude notarlo: era un hombre alto que me recordaba a la descripción que me había dicho Maia —la misma que yo había visto aquella noche. Esa que me daba el recordatorio de que había alguien vigilándome sin tener la menor idea de quién se podría tratar—, se acercaba lentamente hacia mí. Aunque cada vez que lo hacía era como si se alejara más y más. Sin embargo, todo mi alrededor se volvía más pequeño. Como si se estuviera encogiendo. Parecía que estaba en una cápsula, decorada con árboles, con una vista a la ciudad. Y, sobre todo, conmigo dentro.

Esa era parte de mi realidad. Me sentí como en una bola de nieve, atrapada. Un títere más en el cuento de hadas. De ser así, esperaba con ansias que el "felices para siempre" llegara pronto. Aunque no tuviera a mi príncipe azul montado en un caballo para llevarme al palacio donde todas mis pesadillas y las mentiras no existieran.

Sombras Del Pasado: Tras La Pista De La VerdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora