CAPÍTULO 29

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16 de junio de 2022

Lo podía ver detrás de mí. Sabía que observaba cada uno de mis pasos, los movimientos que daba cada segundo, si caminaba a la derecha o si decidía seguir la izquierda. Pero también había un punto ciego, uno en el que él no podía escaparse, y yo sí.

Aproveché ese punto ciego para tomar el valor de ponerme de su lado. Aceptar la realidad que Robert me hizo intentar ver, pero yo siempre me negué a escuchar. Entonces todos creyeron fielmente en eso, pensaron que yo no sabía nada. Que era un imbécil al que su padre lo tenía manipulado y comiendo de su mano. Pero... ¿De verdad era así?

¿Se suponía que debía ser el villano o una víctima más de mi padre? ¿Era yo quien jugaba su juego o el que lo controlaba?...

Entonces, todos pensaron que yo era el villano. Que era yo quien aceptaba el lado de mi padre, y había decidido unirme a él.

¿Fue eso en serio? No lo creo...

Volvamos al principio de todo. Y no al día que mi padre decidió que debía ser yo quien vengara sus problemas. No. Volvamos al día del incendio..., en el que murió mi madre, la mujer más dulce que había en el pueblo. Una mujer que soportaba ver a su esposo borracho y celoso, tumbado sobre un sillón, dándole órdenes.

Era un bebé, sí... Pero Billy no.

Es cierto, no quise escucharlo. Pero él nunca se detuvo en intentarlo.

Recibí una carta el día de mi boda de su parte, una del que mi padre nunca supo, porque yo me encargué de esconderla de sus narices. Y lo hice bastante bien.

Leí la carta varias veces porque no podía creer lo que me estaba diciendo. Mi padre me había puesto como el villano de sus problemas. El culpable de sus desgracias. Quien debía cargar con el peso de sus pecados por haber provocado el incendio en el que mi madre murió.

Fue el mismo hombre que me hizo creer que había sido yo... Cuando el verdadero villano había sido él.

El maldito hombre que condenó a mi madre a muerte.

El mismo que me separó de mi hermano.

El villano que quiso escapar de su realidad, culpando a su hijo de sus delirios.

No lloré. Ni tampoco grité o solté insultos.

Estaba cansado de eso, por eso mismo no lloraba cuando mi padre azotaba el cinturón contra mi piel y me dejaba desnudo, humillándome tanto que me obligaba a regresar a casa así. Vulnerable. Y él se reía de eso. Disfrutaba verme sufrir.

Si sabía la verdad... ¿Por qué continué con su estúpido plan?

Hay veces en la que una persona debe sacrificarse para salvar a otras... Un intercambio.

Obtienes eso que siempre quisiste, pero debes dar algo que lo otorgue. Nada en esta vida es gratis, y yo lo sabía perfectamente. Sabía que alguien debía morir en esto. Era consciente de lo que podía pasar. Y tenía claro que mi padre me había estado usando por muchos años para su beneficio. Por eso no respondía a Marie cuando me preguntaba por qué no me alejaba de ese hombre, si tanto daño me hacía. No podía decirle que tenía un as bajo la manga. Una idea que salvaba a muchas personas, pero también destrozaba almas.

Cargué con el peso de mi padre por tantos malditos años, que se habían vuelto plumas de aves. Ligeras y suaves. Me acostumbré al dolor de sus golpes. Me acostumbré a su forma de decir lo siento, pero debes pagar mis deudas.

Pero había algo más. Algo muy importante de lo que no me daba cuenta. Había metido en esa mierda a mis hijos... Elías. Tenía razón al decir que Thiago era un buen hijo, era responsable, atento, recatado, y sobre todo de buen corazón. Estefan llevaba su propio camino, no sabía si iba a la derecha, cuando me daba cuenta de que en realidad iba recto, descubría el mundo a su manera y era algo que no podía intervenir. En cambio, Elías llevaba malas notas, comportamientos agresivos, siempre peleando en clase. Solitario.

Sombras Del Pasado: Tras La Pista De La VerdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora