CAPÍTULO 38 (parte 2)

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—PARTE DOS—

22 de junio de 2022

Guardaba mi atención a la melodía que mi abuela Ava tarareaba, moviéndose por la cocina, en busca de los ingredientes que necesitaba. Mientras ella hacía eso, yo me encargaba de picar la verdura, colocándola sobre un plástico hondo. Discretamente, tiraba ojeadas a su silueta, escondiendo una sonrisa por ver su emoción, aunque ella no se percataba de mi mirada, pues mantenía su interés sobre la preparación de la carne, asegurándose de agregar lo que se requería.

Luego de unos minutos, avisté la silueta de Arlett, sentándose a mi lado en la isla de la cocina, observando a la mujer castaña con tranquilidad.

—Ni siquiera bajo mi presencia se pone tan feliz —musitó, tomando una zanahoria del plástico. Yo negué con la cabeza, notando como sus ojos se entornaban en mi abuela, como si quisiera reprendérselo, pero no lo consideraba oportuno—. Lo dejaré pasar, solo porque es una ocasión especial, este tipo de entusiasmo no suelo presenciarlo muchas veces al año. —añadió al esbozar una sonrisa en sus labios.

—¿Entonces no sabe sobre los análisis? —deduje.

—Sí, pero asegura que solo se debe a que estos últimos días no ha guardado reposo y necesita reponer la energía, por eso mismo es que está haciendo este caldo. —me informó, antes de tomar otro pedazo de zanahoria.

Regresamos nuestra atención a la mujer que ahora nos miraba con los ojos entrecerrados, escuchando lo que hablábamos sobre ella. Se acercó al borde de la isla para observarnos con más cercanía.

—Como su madre, puedo saber lo que necesita, seguramente debe tomar más vitaminas, le diré a Rose que lo consulte con el doctor... —fue diciendo mientras se perdía su voz al dirigirse a la alacena. Entonces, no logramos escuchar lo demás.

Permanecimos en silencio, dejando como fondo de la habitación, la voz de mi abuela, quien continuaba canturreando. Le entregué el plástico cuando volvió a acercarse a nosotras, sin dejar perder su entusiasmo. Arlett y yo no queríamos hacer mención sobre mi sueño, no queríamos arruinar la felicidad que circulaba por todo el espacio. Uno del que no había vuelto a ver desde mucho tiempo.

Todos necesitábamos quedarnos un instante más en el cuento de hadas, antes de volver a enfrentar la cruda realidad.

Pronto escuchamos el sonido de una llave en la puerta principal, resonando varias voces que permanecían alegres, y escuchaban con atención la curiosidad de una persona, quien le preguntaba sobre aquellos paisajes por los que habían pasado. Sabíamos de quién pertenecía aquella dulce voz. Nos miramos las tres un segundo, antes de dejar lo que estábamos haciendo, preparadas para el momento de los abrazos.

Me encontré con su rostro risueño, perdido entre las paredes que nos rodeaban. La nota de apreciación que existía en sus ojos, reconociendo los detalles que a ella le encantaba colocar en cada espacio —los destellos verdes de las plantas—, reflejando su emoción.

La ronda de abrazos empezó por mi abuela, quien no perdió ni un segundo para abalanzarse hacía su hija, rodeándola con sus brazos y llenándola de besos. Mi madre se sorprendió por aquel impacto, pues apenas le había dado tiempo para saber de quién se trataba.

Mientras dejábamos que mi abuela le llenara de elogios y le recordara que debía comer mejor, fui en dirección de mis abuelos Adrián y Rose, quienes me recibieron con un abrazo y un beso sobre mi mejilla.

—¿Cómo les fue el viaje? —les cuestioné al esconder mis manos entre mis bolsillos. Aguardando las ganas de felicidad que incrementaban en mi pecho, sorprendida por la emoción que aparecía por primera vez en mi vida al volver a ver a mi familia reunida.

Sombras Del Pasado: Tras La Pista De La VerdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora