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ᴏɴᴇ ᴋɪꜱꜱ ɪꜱ ᴀʟʟ ɪᴛ ᴛᴀᴋᴇꜱ ꜰᴀʟʟɪɴ' ɪɴ ʟᴏᴠᴇ ᴡɪᴛʜ ᴍᴇ


Era sábado por la noche y no era uno como otro cualquiera en mi vida. Dexter nos había invitado a mí y a Cailin a asistir a un club prestigioso de Manhattan. Dudaba que dejasen entrar a menores en condiciones normales, pero el peso de un apellido era mucho más importante que dejar entrar a unos adolescentes para que se emborracharan.

Estaba nerviosa, y Cailin por alguna razón también lo estaba. Yo solo podía pensar en mi objetivo de la noche, ese al que me comprometí: Iba a besar a Dexter. E iba a ser mi primer beso, por eso estaba nerviosa sin duda alguna.

Me había quedado en casa de los Lockwood para poder vestirnos y asistir juntas. Seleccioné un vestido corto de la marca Lexington de los que Dexter me había enviado. Este recordaba a la medianoche con su color azul marino y los destellos que inmortalizaban a las estrellas. Carecía de mangas con unos tirantes finos, un escote corazón con detalles de volantes transparentes bajo las axilas y la espalda ligeramente descubierta. El cuerpo del vestido constaba de un forro levemente ajustado que realzaba la figura y sobre el que descansaba una tela translúcida dotando de una textura arrugada y ligera además de las lentejuelas que aportaban el brillo. Un diseño sin duda elegante combinando elementos clásicos y modernos, algo propio de la moda Lexington.

Había traído unos zapatos de tacón plateados mientras que Cailin me había enjoyado con un collar y pendientes a juego, además de un bolso. Mi amiga, por otro lado, había escogido un vestido corto negro, de tirantes y repleto de lentejuelas que terminaban en plumas. Lo había creado un diseñador muy aclamado y era precioso. Ella se ofreció a maquillarme, había estado practicando y estaba ilusionada por enseñarme lo que había aprendido.

Della, la ama de llaves de la familia, entró en la habitación preparada para hacerme un peinado de los suyos, siempre me había gustado cómo lo hacía. Me hizo una coleta baja de lo más sofisticada y perfecta para el vestido, esa mujer tenía un ojo estupendo.

Por último, cogí un pintalabios rojo pasión de Cailin y me los pinté mirándome en el espejo mientras ella se maquillaba. Desde su fiesta de cumpleaños, había decidido que ese era mi color y quería marcar los labios de Dexter con él.

—Por cierto, no me contaste quién era el del desodorante —habló Cailin delineándose el ojo con una brocha fina.

—Oh... Eso. —Pensé que ya lo había olvidado, así que me había pillado por sorpresa. Junté mis labios para distribuir mejor el color y cerré el pintalabios conforme.

—Sí... —insistió con una sonrisa pilla a través del espejo—. Vamos, dímelo.

—Pues era de Kilian —confesé.

—¿¡Del traficante!? —Borró la sonrisa y cambió la expresión a una mezcla de asombro y preocupación—. ¿Y por qué tuviste que ponerte su desodorante si puede saberse?

—Tuve que dormir en su apartamento.

—¿¡Qué!? ¿Y cómo no me lo has contado? —continuó hablándome en el reflejo del espejo—. ¿Te retuvo allí? Podría haber ido a por ti y lo sabes.

—No tuvo que retenerme, era tarde y no me pareció mala idea.

—¿Qué no te...? —suspiró—. ¿Estamos hablando del mismo tío? Ya sabes, ese que vende drogas, que te amenazó de muerte y te obliga a hacer cosas que no quieres.

—Si te digo la verdad... —Apreté los labios pensativa—. No sé dónde está ese del que hablas ahora mismo.

—¿Qué quieres decir?

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