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ɴᴏ ᴍᴀᴛᴛᴇʀ ʜᴏᴡ ʙᴀᴅ ɪ ᴡᴀɴᴛ ᴛᴏ


Siempre pensé que cuando volviésemos a reunirnos, sería porque íbamos a darnos otra oportunidad como familia. Luego, mi padre se casó con otra mujer y mi madre no hizo nada por cambiar su actitud, con lo que era poco probable que eso fuese a ocurrir. Pero oye, nos habíamos sentado alrededor de la mesa los cuatro después de mucho tiempo.

Y no habría estado mal si mis padres se estuvieran hablando como dos personas maduras, no a punto de echarse las zarpas al otro. Al menos sus disputas giraban en torno a mi protección, que no era poco.

Desde el día en que el vídeo salió a la luz y la prensa debatió sobre él, mi padre ha estado visitándonos a menudo. Ha exigido a mi madre que llevase el caso para que el vídeo quedase borrado por completo. Kilian tenía razón, yo era menor en ese momento y fue la razón de mayor peso. El problema radicaba en que, al parecer, mi madre no estaba moviéndose con la rapidez que, según mi padre, debía. Y ello derivaba en disputas entre ellos echándose cosas en cara. Al final, mi hermana y yo terminábamos por dejarlos solos.

Después de una semana, no podía aguantar ni un solo día escuchando más discusiones, y cuando Kilian me dijo que podía ir a su casa después de las clases, fue la mejor noticia que me podían dar.

Lo cierto era que el tema del vídeo, aunque no me entusiasmase, ya ni siquiera era tan sonado y había aprendido a vivir con ello. Puede que las personas del instituto siguieran burlándose, pero tampoco era nada nuevo.

Yo, en cambio, no podía dejar de pensar en lo que Kilian y yo habíamos hecho. No se lo había contado a nadie, mucho menos lo que había sucedido después con ese tal Yowarski. Me había propuesto olvidarlo; no era asunto mío y confiaba en que Kilian no iba a dejar que me pasase nada.

Mi primera vez fue maravillosa, estaba segura de que la iba a recordar siempre. Y no podía esperar a que se volviese a repetir. Porque no, no se había repetido. Habíamos quedado un par de veces después de aquel día, nos besábamos, pero no íbamos más allá a pesar de que así era mi deseo.

«¿A él no le había gustado?»

«Quizás no era lo que esperaba.»

Repetía esa voz oscura en mi cabeza una y otra vez, pero no quería hacer caso de ello. Puede que no le apeteciese, o quizás lo hacía con alguien más como para tener ganas de hacerlo conmigo.

Cuando llegué a su casa y le conté lo angustiada que me sentía con la situación en mi hogar, él continuó con lo que estaba haciendo, que básicamente era organizar bolsas de pastillas. En cuanto a mí, había decidido hacer los ejercicios que me habían mandado en clase sobre la mesa baja frente al sofá. Él estaba sentado en el sofá, encorvado hacia sus cosas, mientras yo estaba sentada sobre mis rodillas en la alfombra. Pensé que al menos allí me centraría un poco más que en casa, con todos esos gritos, pero la verdad es que mi libido resultaba ser más disruptiva.

Lo miraba de reojo de vez en cuando; había puesto su música de fondo y, a diferencia de mí, estaba completamente concentrado.

¿Estaba mal querer lanzarme a despojarle esa camiseta y admirar sus tatuajes mientras le lamía el pecho? Solo de imaginarme haciéndolo me tenía húmeda. Y se me pasó por la mente hacerlo, o quizás lo mejor era llamar su atención de forma sugerente. Pensé que tal vez era buena idea desabrocharme la camisa y enseñarle una teta, eso sin duda habría llamado su atención.

«¿Pero en qué estás pensando, Effie? No eres una depravada.»

Intenté volver a concentrarme, aunque me resultaba imposible sintiendo esa plasta entre las piernas que sin lugar a dudas había tocado la tela de la ropa interior. Me repetí que no era normal y que debía dejar que las cosas surgieran, por mucho que lo quisiese sentir dentro de mí de nuevo.

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