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ɪ'ᴠᴇ ʙᴇᴇɴ ᴛᴏʟᴅ ᴛʜᴀᴛ ɪ ᴄᴏᴜʟᴅ ᴛᴀᴋᴇ ꜱᴏᴍᴇᴛʜɪɴɢ ᴛᴏ ꜰɪx ɪᴛ.

ᴅᴀᴍɴ, ɪ ᴡɪꜱʜ ɪᴛ, ɪ ᴡɪꜱʜ ɪᴛ ᴡᴀꜱ ᴛʜᴀᴛ ꜱɪᴍᴘʟᴇ.


Abrí los ojos cuando me dije que no podía dormir más, era inútil seguir intentándolo. Estaba amaneciendo, eso sin duda porque el apartamento tenía una luz agradable que ya estaba entrando por los ventanales. Cuando miré la hora en mi teléfono eran casi las siete y no me sorprendió en absoluto.

Me levanté y fui al baño, pensé en que debería volver a casa de mi padre, sobre todo tras sus numerables llamadas y mensajes. Hacía unas horas le envié un mensaje diciéndole que estaba bien y que lo sentía, no sé si eso lo tranquilizó, pero no volvió a insistir. Aun así, no me apetecía para nada.

Al salir del baño, caminé hacia la cocina con intención de buscar un vaso y agua. Y a pesar de pensar en negativo varias veces, no pude evitar desviar la vista al cuerpo que dormía en el sofá. Kilian se había puesto bocabajo, llevaba unos pantalones de pijama y el torso al descubierto, mostrándome los tatuajes de la espalda. Tenía unas letras en un tipo de tipografía extraño color rojo y un dibujo enorme debajo que ocupaba toda la espalda, no parecía tener fin. Tampoco pude evitar el pellizco en el estómago que me hizo sentir mirarlo.

Fui silenciosa en todo momento, de alguna forma se me daba bien. O eso, o él tenía un sueño exageradamente profundo. Encontré lo que buscaba recordando los lugares que él había abierto la última vez y cuando me bebí un vaso entero, sopesé de nuevo la idea de marcharme. En casa de mi padre lo más seguro era que todos aun durmieran y si decidía ir, tampoco iba a cambiar mucho lo que ya estaba hecho. Por otro lado, pensé que quizás a Kilian le gustara encontrarme en su casa cuando despertara y así al menos despedirme después de agradecerle una vez más que aguantase mi bajón y dejarme dormir en su cama. Sí, esa última opción era la mejor sin duda.

Pensé en lo que podía hacer mientras. El teléfono no era demasiado atractivo para mí salvo si quería buscar fotos en Pinterest, y aparte de eso, lo único que llevaba en el bolso improvisado era mi diario cinéfilo y mis estuches. Entonces recordé que aun debía escribir la reseña de Hasta el último hombre protagonizada por Andrew Garfield que había visto la mañana anterior. Decidida, saqué lo necesario y tras revisar el espacio, pensé que el mejor lugar era la península de la cocina. Me senté sobre uno de los taburetes con cuidado de no hacer ruido y puse mi libreta junto a los estuches encima de la superficie. Descubrí que también llevaba los auriculares y no me pareció mala idea escuchar música mientras tanto.

Me centré en la música y en mis pensamientos, creando una reseña que le hiciera justicia a la película. Sabía que mis reseñas nunca serían leídas por nadie más salvo por mí dentro de veinte años cuando desempolvase la libreta que guardaría en una caja en el desván. Aun así, me esforzaba porque fuese perfecta. Solía escribir con la cabeza agachada, me riñeron en varias ocasiones por hacerlo, pero era algo incorregible a mi parecer, por eso casi me morí del susto cuando levanté un poco la vista y me encontré la figura de Kilian bebiendo agua de un vaso con la sonrisa torcida.

—Estarás disfrutando, menudo susto —dije al quitarme los auriculares manteniendo una mano sobre el pecho.

—Ha sido divertido —admitió dejando el vaso sobre la superficie cerca de mis estuches. Bajé la vista al darme cuenta de que seguía sin camiseta, pero aun así lo vi echándose sobre la encimera y echar un ojo a mi libreta—. ¿Qué escribes? ¿Son deberes?

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