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ᴏɴᴇ ᴘɪʟʟ ᴍᴀᴋᴇꜱ ʏᴏᴜ ʟᴀʀɢᴇʀ, ᴀɴᴅ ᴏɴᴇ ᴘɪʟʟ ᴍᴀᴋᴇꜱ ʏᴏᴜ ꜱᴍᴀʟʟ


Me quedé tallada al suelo, con los ojos bien abiertos y pensando a toda velocidad. Me dijo que fuese esa tarde y yo lo había olvidado por completo. En cuanto entré en mi casa y vi la caja con la ropa, toda mi atención fue para Dexter, el mismo que acababa de irse y con el que había pasado una tarde maravillosa. Pero yo tenía que haber ido a Brooklyn y haberle entregado lo que recaudé. Y, ¿cuál fue la consecuencia? Pues tenerlo a mi espalda, frente a mi casa y cuestionándome quien era el del coche del que acababa de marcharme.

«¿Y si mi madre nos ve? O mucho peor, mi hermana».

Me giré lentamente con la mirada puesta en el suelo. Estaba muy nerviosa, las manos me temblaban y no podía dejar de rozarlas la una con la otra. Su mirada me quemaba, sabía que estaba cabreado y con razón. Él ya me avisó de que, si no hacía lo que él me decía, habría consecuencias.

—¿Me contestas? ¿O eso tampoco lo vas a hacer? —volvió a cuestionar perdiendo la paciencia.

—U-n amigo.

—Un amigo. Y dime, ¿ese amigo sabe algo de lo que tenemos entre manos?

—No.

—Bien. Puestos a que no vas a hacerme caso, es mejor asegurarme. Porque te recuerdo, que te dije que fueras a mi casa esta tarde. He estado toda la puta tarde esperándote. Yo tengo cosas que hacer y no pienso estar detrás de ti mandándote mensajitos recordándote lo que debes hacer.

—Lo siento... —murmuré. Entonces recordé que finalmente sí había cumplido con lo que me pidió—. ¡Tengo la invitación! —me adelanté a decir antes de que dijera una palabra más.

—Vaya, menos mal. Muy bien, ¿cómo la has conseguido?

«Mierda. ¿Acaso importa?»

—Ese chico me la dio. Él me invitó a la fiesta.

—Oh. Así que solo un amigo... ya. Bueno, pues son buenas noticias. Sabía que la conseguirías, Euphemia. —Soltó una risa nasal—. Ven conmigo.

Comenzó a andar y yo lo seguí a una distancia respetable para que no nos relacionaran demasiado. No me gustaba la idea de que algún conocido cercano nos hubiera visto y hubiese sacado sus propias conclusiones. Llegamos hasta su coche aparcado en una calle cercana, el mismo que vi aquel día frente al instituto mientras me esperaba. Lo abrió desde la distancia con las llaves y fue directo al maletero para sacar algo de él.

—Métete dentro —indicó señalando al coche. Parpadeé un par de veces y los nervios me subieron a la garganta. «¿Vamos a algún sitio?».

Di unos pasos y abrí la puerta para meterme en el asiento del copiloto. No dejaba de mirar hacia todos los lados en la calle, quería saber si se diera el caso en el que tuviera que correr, a qué dirección debía ir. No haber ido a su casa cuando lo pidió, tendría consecuencias, él mismo lo dijo. Pero entonces recordé también otras palabras en las que me decía que no tenía ninguna intención conmigo y que solo quería el dinero de vuelta. No podía creerlas del todo, pero al menos tuvo el detalle de aclararlo. Aun así, me decanté por ir dirección a mi casa, podía ser más rápida y en lo que él tardase en reaccionar y salir del coche, yo podía abrir la puerta.

Kilian cerró el maletero y se metió en el coche a mi lado en el asiento del conductor. En sus manos había otro sobre como el que tenía en casa y entonces recordé que tenía que darme provisiones para la fiesta del día siguiente.

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