ᴡᴇ ᴡᴇʀᴇ ꜱᴇᴀʀᴄʜɪɴɢ ꜰᴏʀ ʀᴇᴀꜱᴏɴꜱ ᴛᴏ ᴘʟᴀʏ ʙʏ ᴛʜᴇ ʀᴜʟᴇꜱ
ʙᴜᴛ ᴡᴇ Qᴜɪᴄᴋʟʏ ꜰᴏᴜɴᴅ ɪᴛ ᴡᴀꜱ ᴊᴜꜱᴛ ꜰᴏʀ ꜰᴏᴏʟꜱ
Me miraba en el espejo más de lo normal y, ese día, el pelo mojado derramaba gotas que se deslizaban por mi piel, especialmente sobre las marcas rojas que estaban desapareciendo en mis pechos. Era una prueba más de que aquel fin de semana fue real y que significó mucho más que solo una pausa en nuestro contrato verbal de amistad.
Esos días, él dijo cosas que era imposible olvidar y yo me sentí como nunca antes lo había hecho a su lado. Deseaba que alguien bajara del cielo y me explicase qué había significado todo eso, porque no me atrevía a cuestionarle la razón de muchos de sus actos y palabras. Y tampoco quería encontrar la razón por la que me sentía de esa forma porque sabía que ello complicaría las cosas.
«Pensar en él está mal. No debe gustarme. Desearle no es lo correcto.»
Desde entonces, eso se convirtió en mi mantra, y cada vez que él se me pasaba por la cabeza de cierta forma, lo recitaba para mí.
Cogí el cepillo tras parpadear al fin y comencé a cepillarme el pelo mojado, rememorando el momento en el que conocí a Reed. Después de todo, él era la razón por la que me estaba arreglando esa noche.
No quise cuestionarle a Kilian quién era y por qué tenía una llave de su casa. Estaba suficientemente cabreado y no pretendía empeorarlo más. Me fui a casa con la duda, con esos ojos helados y esa sonrisa cautivadora. Por otro lado, no lo había visto nunca durante esos meses en los que estuve visitando a Kilian, lo más probable era que no fuese a verle más.
Sin embargo, días después, acudí a Brooklyn cuando Stacie insistió en que me uniese a su quedada de esa noche con los chicos. Una cena y poco más, me prometió. Kilian me dijo que podía ir a su casa antes y partir desde allí juntos, y eso hice. Una vez llegué, llamé a su puerta, pero nadie me abrió. Comencé a ponerme nerviosa, siempre estaba cuando quedábamos y no sabía qué hacer. Probé a llamar de nuevo, si bien no parecía que fuese a funcionar.
—No está —escuché una voz desde alguna parte del rellano. Pronto descubrí que venía de arriba. La planta del apartamento de Kilian era la penúltima y, cuando levanté la cabeza, me encontré con el chico de la sonrisa bonita apoyado en la barandilla de la escalera frente a su puerta.
—Ah. Habíamos quedado aquí —contesté algo avergonzada.
—Supongo que habrá ido al gimnasio o a hacer algo importante. Pero si habéis quedado, no tardará en llegar. —Sonrió deslumbrándome desde allí arriba.
—Sí, lo más probable. —Asentí alineando los labios y desviando la vista. Esperaba que tras decirme eso se marcharía, pero se quedó allí con los ojos puestos en mí. Me apoyé en la pared junto a la puerta de Kilian y alcé la cabeza de nuevo—. ¿Vives ahí?
—Síp.
—¿Y de qué conoces a Kilian? —se me ocurrió preguntar sin pensarlo mucho, tal vez no debía meterme.
—Es mi hermano.
—Ah —dije más para mí, con sorpresa. Kilian nunca me mencionó nada de que tuviese un hermano y mucho menos que viviese en el piso superior, por eso la sorpresa fue mayor.
Quise seguir haciéndole preguntas más por matar el tiempo, pero justo escuché pasos subiendo las escaleras y Kilian apareciendo en ellas. Parecía apurado, lo más probable porque sabía que iba tarde. El corazón me dio un vuelco pues la última vez que nos vimos fue algo frenético y habíamos vuelto a ser solo amigos. Mi cuerpo era traicionero y floreció al verlo con la camiseta de tirantes y los pantalones de chándal que le llegaban por las rodillas.
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DHARMA
Teen Fiction«𝐏𝐞𝐧𝐬𝐚𝐫 𝐞𝐧 é𝐥 𝐞𝐬𝐭á 𝐦𝐚𝐥. 𝐍𝐨 𝐝𝐞𝐛𝐞 𝐠𝐮𝐬𝐭𝐚𝐫𝐦𝐞. 𝐃𝐞𝐬𝐞𝐚𝐫𝐥𝐞 𝐧𝐨 𝐞𝐬 𝐥𝐨 𝐜𝐨𝐫𝐫𝐞𝐜𝐭𝐨.» En el lado glamuroso de Manhattan, Effie Green, una chica de clase media, se ve envuelta en el mundo de riquezas del instituto...