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ʏᴏᴜ ᴀʀᴇ ᴍʏ ꜱᴛʀᴀɴɢᴇ ᴀᴅᴅɪᴄᴛɪᴏɴ


Abrí los ojos completamente desorientada y con la boca demasiado seca. Tenía una sensación muy extraña en el cuerpo. La claridad del sol ya entraba de lleno por los ventanales, y mis fosas nasales disfrutaban del aroma del café recién hecho. Me froté los ojos e intenté pensar con lógica.

Estaba en Brooklyn. Y en la cama de Kilian. Entonces recordé todo lo de la pasada noche, como si se me hubiese encendido una bombilla. Él debía estar en la cocina, puesto que solo escuchaba el sonido de la vajilla al ser trasteada, y el recuerdo de verme hacía unas horas pidiéndole que durmiera conmigo vino enseguida. Desvié la vista a un lado de la cama y, efectivamente, estaba desecha.

«¿Hemos dormido juntos?»

Se lo pedí yo después de todo.

Fui recordando más partes de la noche y en todas ellas cerraba los ojos de la vergüenza. Porque sí, lo recordaba todo, no iba tan borracha. Era consciente de mis palabras, pero no gestora de ellas, como si hubiese estado en piloto automático.

Me incorporé en la cama y miré más a mi alrededor, todo ordenado, como siempre. Caí en la ropa, en la que llevaba en la fiesta y por ende en la que llevaba puesta, Kilian me la había dado. Bajé la vista a mí misma y me vi envuelta en su olor con una sudadera oscura que reconocí de las veces que se la había visto puesta, la última vez que se la vi fue cuando me llevó a mi casa la vez pasada. Me estaba deleitando con su ropa cuando me di cuenta de algo más: mis pies. Bueno, concretamente mis talones doloridos y es que las heridas estaban curadas y tapadas bajo unas tiritas enormes.

—Ah, estás despierta —lo escuché decir y cuando levanté la cabeza conseguí ver su cuerpo semi desnudo, se encontraba en la parte visible de la cocina desde mi perspectiva, la pared del baño cubría lo demás. Solo llevaba los pantalones puestos.

—Sí... ¿Qué hora es? —conseguí decir con una voz rota, quizás había estado gritado demasiado.

—Las doce. —Salió de la cocina aproximándose con dos tazas con lo que supuse que café—. Has dormido cinco horas, enhorabuena.

—Vaya... Quizás debería hacerme alcohólica para poder dormir —bromeé agradeciendo la taza con una sonrisa. Miré el contenido, le había puesto leche y cuando lo probé estaba dulcemente perfecto.

—Eso podría salir bastante mal. —Se sentó a mi lado en el filo de la cama reposando los antebrazos sobre sus rodillas y sosteniendo la taza con sus dos manos. Me encantaba la forma de su espalda en esa posición—. ¿Te encuentras bien o prefieres ir a vomitar?

—Estoy bien, gracias. Tu desayuno y los dos litros de agua que me bebí hicieron efecto. —Y no mentía, lo que hizo me sentó de maravilla. Recordarlo me llevó a pensar en lo plasta que había sido y me sentí culpable por ello—. Oye... perdona por darte la tabarra. Sé que hablé mucho y te conté cosas que no te interesaban.

—No importa. Pero me quedó claro que ese tal Dexter no se portó bien contigo.

—Ay, Dios... —Volví a cerrar los ojos avergonzándome de habérselo contado—. Debí de parecerte una adolescente insufrible. Pero te juro que no soy así, no voy llorándole a todo el mundo que un chico de mi instituto con el que no tenía nada me hizo daño.

—Me pareciste una persona de lo más normal cuando alguien le hace daño y está borracha.

Kilian siempre me sorprendía, normalmente para bien, pero esa vez tiraba más para lo contrario a pesar de que estaba siendo lo más empático del mundo. Esperaba algún tipo de burla, una queja por decirle que me gustaba otro chico que no fuese él. No sé, algún tipo de reacción por el estilo. Pero no, Kilian estaba siendo bastante maduro, quizás demasiado para mi gusto. Si no le importaba que tuviese a alguien más, ¿tampoco le importaba lo que fuese que tuviésemos? ¿Quería decir eso que era una más?

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