5. Eso no es amor

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Quackity miraba fijamente a aquel médico, quien lucía concentrado en su labor con él.

–¿En verdad no te duele? –alzó su vista hacia él.

–¿Qué?

Luzu suspiro, no entendía en donde estaba la cabeza de aquel chico, lo que esperaba era algún insulto a su persona o golpe, pero no pasó, tenía a un paciente muy tranquilo.

–Tu muñeca, fue un milagro que por la caída que solo te afectara tu muñeca, por suerte no hay fractura aparente.

–Ah eso… la verdad es que puedo soportar el dolor. Además no sería la primera vez.

Soltó inconsciente, mirando aquella férula que le había colocado después de pedir todos los materiales necesarios para su atención. Ambos incluso ya estaban secos y cambiados con otra ropa. A pesar de las constantes quejas por parte del menor, el castaño se había quedado para tratarlo.

Por su parte Haworth le miró confundido, notando que a pesar de siempre estar presente en su vida, no sabía casi nada personal del chico, a diferencia de él. Quackity estuvo presente en todo momento en su vida, conocía a su hermano al ser su mejor amigo, a sus padres e incluso las amistades que tenía, ya que Vegetta y Rubius hablaban con él, sin mencionar a Willy y el resto.

–¿A qué te refieres con que no es la primera vez?

El chico reaccionó, mirándolo sorprendido y luciendo preocupado, soltando una risa nerviosa.

–¿Qué?

–Eso fue lo que dijiste, que no es…

–¡Ah! Creo que fue un error, no es nada. Como sea, gracias… –susurro de forma baja, luciendo tímido– Por ayudarme…

–No tienes que agradecer –río al notar aquella actitud que solía presentar a veces el chico– Soy médico después de todo, está en mi juramento.

–Bueno para ser un médico de cuarta, no lo hiciste nada mal.

Luzu frunció el ceño mirando con molestia a Quackity, quien sonreía burlón volviendo a esa actitud cínica de siempre, haciéndote sonreír al más alto.

–Creo que va siendo hora de que te vayas.

–¿Qué? Pero…

–Es la boda de tu hermano y no puedes dejarlo así, sin mencionar que por mi culpa terminaste por hacer enojar a tu novio.

–Lo de Roier tienes razón, pero lo de Auron es otra cosa, además no soy el único que debería volver. Tu eres parte de la familia, eres el mejor amigo de mi hermano, estoy seguro que Roier también quiere que te diviertas en su día.

–No puedo, todo tiene que salir…

–Alexis –lo detuvo el castaño mirándolo fijamente– Es perfecto porque tú lo organizaste, cuidas cada detalle, yo lo sé porque te conozco desde pequeños. Tu siempre fuiste así de cuidadoso y estoy seguro que Roier lo ama porque fue algo que hiciste con todo tu esfuerzo y corazón.

Aquellas palabras le dejaron atónito al nombrado, en el pasado el molesto hermano de Roier nunca lo notaba para nada, al menos eso era lo que él recordaba, comenzando a surgir varias preguntas en él, pero la que más le importaba era saber cuánto en verdad lo había notado, cuánto es que sabía de él, notando como volvía aquel sentimiento del pasado que había querido negar, ese sentimiento que solo se presentaba cuando veía a aquel hombre que odiaba.

–¡Ya les dije que puedo pasar!

Entró Roier, asustando a ambos.

–¿Roier? –dijeron ambos a la par, mirando al recién novio junto a su esposo, quien se disculpaba con los empleados del pelinegro.

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