36. Estar juntos.

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El descanso terminó con ello, continuó aquel juego entre los hijos y primos de Córdoba contra las parejas de estos, el resultado fue sumamente desalentador, ganando el equipo de Morningstar. Después de ese emocionante juego todos fueron llevados hasta donde se haría la comida de cumpleaños para su padre, fue sorpresa para muchos ver como Marc había sido amable con Quackity, quien le miraba desconfiado pensando en tal vez algo planeaba, pero rápidamente Luzu intervino dándole tranquilidad al pobre chico.

–El desayuno debe servirse en el horario establecido, habrá algunos de nuestros visitantes que despierten tarde, así que necesito que estén listos para todo.

–Sí señor.

–Y también asegúrense que los niños no se alejen demasiado, conozco bien a ese par, déjalos un poco y se creen exploradores expertos.

–Claro, señor Morningstar.

Luzu miraba desde lejos como su novio continuaba dando indicaciones a su personal de la finca, se dispuso a entrar a su habitación, donde unos minutos después entró Quackity suspirando.

–Estoy muerto.

–No me sorprendería, después de que estuvieras en todos lados, además la tía tampoco te soltaba.

Comentó mientras el chico se dejaba caer en aquella cama a su lado, mirándolo con una sonrisa.

–¿Celoso?

–¿De mi tía? Para nada.

–Podrías al menos intentar fingir...

Luzu río colocándose arriba de su pareja dejando un beso en su nariz, quien lo miró sorprendido ante aquella cercanía.

–Claro que he estado celoso, Quacks, Roier una vez comentó que de seguro tu primer beso fue con Rubius, pero simplemente lo negué. Es obvio que Rubius siempre me ha querido molestar contigo, incluso hoy lo intento.

Quackity le sonrió acariciando su rostro, el castaño dejó un beso en aquella palma.

–Sabes a pesar de lo cansado que me siento, no podría pedir nada mejor.

–Ni yo Quackity, gracias por esforzarte tanto por papá.

–Está bien, pero estás seguro de querer compartir habitaciones, te recuerdo que hay muchas más.

–Tuve que aguantar todo el día en no poder tocarte, ni besarte.

–Y si alguien te ve.

–Siempre podemos recurrir a las peleas, ¿no?

🍎

Aquel último día hacía un agradable y hermoso clima en la finca, todos despertaron de un buen humor siendo recibidos por un delicioso desayuno, incluso richard y Bobby lucian emocionados correteando por aquel elegante y extenso comedor que había sido acomodado en diferentes mesas y al fondo una larga mesa llena de comida.

–Niños –les llamó la atención Roier al ver como estos iban directamente a elegir su comida, provocando que suspirara– Es bien pinche temprano, ¿quien me mandó a ser padre de dos?

–Si tú fuiste, quien los eligió Roier.

Comentó Haworth, ya sentado en una mesa con un café y pan francés.

–Luzu muy buenos días, ¿cómo te encuentras esta mañana? Aunque viendo tu rostro puede decir que bastante bien –sonrió pícaro, haciendo rodar los ojos de su hermano.

–Roier, deja de imaginar cosas.

–No imagino, claro que te conozco, estando solos en una habitación lejos de la ruidosa ciudad, sin que esté la molesta prensa. Listo para jugar.

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