28. Sospechas.

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Decir que Suga estaba molesto, era poco

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Decir que Suga estaba molesto, era poco.

Si bien había prometido no golpear a Kuroo, no se había dado cuenta hasta este momento que prometerlo había sido más fácil que abstenerse, porque con tan solo verlo un par de segundos, sentía la rabia acumularse en su cuerpo como si tratase de un volcán activo a punto de estallar.

—Cálmate, no puedes matarlo —murmura Oikawa con seriedad antes de darle una sonrisa al peligris—. Hay muchos testigos —Suga suelta una risa mientras ingresan al salón de clases.

Kuroo, Daichi e Iwaizumi ya están dentro, habían entrado un rato antes. El pelinegro está en su escritorio, justo detrás de Daichi, e Iwaizumi está sentado sobre el escritorio a un costado de Sawamura. Cuando Suga ve reír a Kuroo de manera tan despreocupada, se imagina veinte formas distintas de torturarlo. Oikawa le golpea el codo cuando el peligris detiene su caminata, y así, ambos dejan sus bolsos en sus respectivos puestos, pero no se sientan.

—¿Le dirás algo o debería hacerlo yo? —Suga sonríe contento de que estén en la misma página, y toma la iniciativa acercándose al grupo. Le echa un vistazo a su teléfono y comprueba que tengan tiempo suficiente para... charlar, antes de que llegue la profesora.

Sabe que el enojo tiñe su cara y los chicos lo notan debido a las miradas nerviosas que recibe cuando Daichi e Iwaizumi lo miran, pero Suga no les presta atención. Simplemente se acerca hasta quedar frente a Kuroo, quien se sobresalta cuando Suga apoya sus palmas sobre el escritorio con fuerza. Oikawa se para detrás de él con los brazos cruzados sobre su pecho, e Iwaizumi se levanta del escritorio de un salto.

—Estoy fuera de esto, buena suerte —murmura antes de alejarse.

—Escucha, Kuroo —enfatiza su nombre con desagrado y el pelinegro abre la boca, sin saber qué decir—. Tengo algo para ti.

—Suga... —la voz de Oikawa es cautelosa, preocupado de no llevar las cosas demasiado lejos. Suga gira su rostro hacia su amigo y responde.

—Kawa, puedo decir lo que me de la gana, siempre y cuando el profesor no esté aquí. Prometí mantener mis manos lejos, pero no prometí mantener la boca cerrada, pero eso ya lo sabes —Oikawa se encoge de hombros ante eso y lo deja continuar, por lo que Suga vuelve su rostro hacia Kuroo—. Kenma nos contó lo que pasó —ante la mención del muchacho, el pelinegro se tensa, pero no aparta la mirada—, así que voy a dejar algo jodidamente claro —murmura antes de inclinarse hacia él—. Hasta ahora has ignorado cada una de las advertencias que te hemos dado para que dejes a Kenma en paz. No fui lo suficientemente duro contigo porque no tenía idea de lo que había pasado, pero ahora... —Kuroo respira hondo y contiene la respiración— No sabes lo afortunado que eres al estar rodeado de gente en este momento, y si continúas molestando a Kenma, te daré la peor paliza de tu vida. No sigas poniendo a prueba mis advertencias.

—Suga... —interviene Daichi, pero el peligris levanta la vista y le lanza una mirada que hace al castaño cerrar la boca de manera inmediata.

—¿Entendiste? Porque hablo muy en serio, Kuroo. Agradece que Kenma me pidió que no te hiciera daño, porque por mí podrías estar retorciéndote en el suelo. Pero te juro, que si vuelves a pasarte por el culo mis palabras, desearás nunca haberlo hecho. No quiero que hables con él, no quiero que estés cerca de él, ni siquiera quiero que lo mires. Aléjate de una maldita vez —Suga no se mueve, tan solo mantiene el contacto visual mientras Kuroo procesa las palabras, pero la paciencia no es una virtud del peligris, por lo que espeta de manera áspera: —  Kuroo —el pelinegro asiente.

Todo comenzó en detención ; haikyuu múltiples shipps.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora