Suga, Akaashi, Kenma, Oikawa, Atsumu y Suna se mezclan con los problemáticos de la escuela, gracias a esto, el drama se vuelve parte de la cotidianidad, las relaciones afloran y los oscuros secretos salen a la luz, para bien o para mal.
Esta histori...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Es lunes, lo que significa que el fin de semana lamentablemente ha llegado a su fin.
El único lado positivo que Oikawa puede encontrar en esto, es que finalmente podrá ver a Suga. Durante estos días vio a todo su círculo de amigos menos a Suga, porque gracias a Sawamura, el peligris estuvo encerrado en casa y sin teléfono, completamente desaparecido todo el fin de semana.
Toru siempre ha pensado que los padres de Suga —específicamente su padre—, son dramáticos y demasiado estrictos, pero no dice nada ya que, en su caso, es todo lo contrario.
Cuando Oikawa entra en el salón de clases, la primera persona que logra ver es a Sawamura.
Sorprendentemente, no está rondando a Suga como de costumbre, sino que pasa el rato con sus amigos en el escritorio de Iwaizumi, quien lamentablemente está sentado frente al puesto de Oikawa.
Pero ese es un pequeño sacrificio dispuesto a pagar, teniendo en cuenta que el escritorio de Suga está justo al lado del suyo. Vale totalmente la pena.
Toru no les presta atención.
Deja caer su bolso en su asiento, lo que llama la atención del grupo, pero los ignora y se acerca a Suga, quien actualmente tiene la cabeza en su escritorio, escondido entre sus propios brazos. Toru frunce el ceño un tanto preocupado por él. Por lo general, Suga levantaría la cabeza, reconociendo la presencia de Oikawa con solo el sonido de su silla. Pero esta vez, su cabeza permanece agachada, lo cual desconcierta al castaño.
—¿Suga? —pregunta Toru agachándose a su altura y colocando su mano suavemente sobre su hombro, para llamar su atención. Sin embargo, el gesto hace que el peligris se estremezca ante el tacto y Oikawa retrocede desconcertado.
Nunca lo había visto reaccionar así.
Definitivamente no es normal.
Ni una buena señal.
Koshi suspira y levanta su cabeza con lentitud para observar a Oikawa. Se ve absolutamente destrozado y con un semblante exhausto. La imagen hace que el estómago del castaño se hunda un poco por la preocupación.
No es la primera vez que Suga se encuentra así después de haber recibido un castigo en casa, pero nunca había llegado hasta este punto.
—Oh, hey, lo siento.
—¿Estás bien? Sin ánimo de ofender, pero te ves como la mierda —Suga se ríe desganado y suspira.
—Sí, lo siento. Tuve un fin de semana largo e intenso —Oikawa frunce el ceño sabiendo que está omitiendo información, pero no presiona demasiado.
