34. Mentiras.

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Suga suspira aliviado cuando suena el timbre y la profesora los despacha

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Suga suspira aliviado cuando suena el timbre y la profesora los despacha. Había sido un día agotador y el peligris lo único que quiere es poder dormir un poco. Se coloca de pie mucho más lento que sus compañeros, quienes parecían querer irse lo más rápido posible, y no los culpa, de hecho, desearía tener esa energía. Se sentía completamente agotado, y tan solo es Martes.

Guarda sus cosas mientras Oikawa acomoda la correa de su bolso sobre su hombro antes de salir del salón sin siquiera dedicarle una mirada a Suga, y esto, al peligris le duele, le revuelve el estómago y le presiona el pecho. Intenta ignorar esto dándose la vuelta mientras mira su bolso, consciente de que la persona que odia lo está observando. Bueno, odiar es una palabra muy grande, es más como... disgustar. No le devuelve la mirada, tan solo se enfoca en terminar sus cosas para poder salir de allí. Afortunadamente, Iwaizumi le corre la mirada mientras sale del salón como si estuviese molesto. Suga lo observa con curiosidad cuando nota su actitud. En realidad, no es de extrañar que se vaya rápidamente cuando terminen las clases. Lo que sí es extraño, es que Kuroo y Daichi aún sigan en el salón, mirando confundidos por donde se fue su amigo. Suga tiene una suposición, y esto le hace agarrar la correa de su bolso con fuerza antes de respirar hondo y exhalar lentamente. Cuando se relaja, acomoda su bolso sobre su hombro y saca su teléfono para escribirle a Suna, tanteando si éste puede llevarlo a casa.

Tiene un par de horas antes de que él y Daichi se junten a avanzar el proyecto, y esto lo hace dar una pausa con el pulgar sobre el botón de enviar mientras echa un rápido vistazo al otro lado del salón, donde Daichi y Kuroo conversan con las mochilas puestas listos para marcharse. Suga los observa salir del aula, y sin pensarlo mucho, decide ir tras ellos para tratar de alcanzarlos. Ambos caminan lentamente, así que tan solo basta con llamarlo para que el castaño note su presencia.

—Daichi —el muchacho se detiene de inmediato y gira sobre su eje. Kuroo le imita para ver a Suga caminar hacia ellos, por lo que murmura algo por lo bajo y Daichi le hace un pequeño gesto con la mano antes de que Kuroo se aleje—. Oye, lo siento, solo será un segundo —murmura el peligris observando a Kuroo desaparecer por las escaleras. El castaño sigue su mirada antes de volver a girar su rostro hacia él, sonriendo suavemente.

—No te preocupes por eso, en realidad me alegra que te hayas acercado —la actitud segura de Daichi se vuelve una avergonzada, y Suga lo confirma cuando el castaño se acaricia la nuca con timidez—. Quería agradecerte por... lo de antes —el peligris le devuelve la sonrisa.

—No tienes que agradecerme, Daic...

—Lo sé —interrumpe y Suga guarda silencio mientras el castaño lo mira fijamente a los ojos—, pero quiero hacerlo... Realmente no tenía idea de qué hacer y tú me ayudaste.... gracias —el peligris no puede evitar que la preocupación nuble su vista.

—¿Te sucede muy seguido? —Daichi se encoge de hombros mientras guarda sus manos en los bolsillos de su pantalón.

—No diría que muy seguido, pero sí de vez en cuando. No suele ser tan... intenso —Suga asiente en señal de compresión.

Todo comenzó en detención ; haikyuu múltiples shipps.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora