13. Tan cerca.

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Akaashi respira hondo mientras se mira en el espejo del baño, sintiéndose como un idiota

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Akaashi respira hondo mientras se mira en el espejo del baño, sintiéndose como un idiota.

No sabe por qué accedió a pasar el rato con Bokuto. No importa cuán fuerte le gritara su cerebro de que era una terrible idea, simplemente no pudo decir que no.

No quería decir que no.

Hoy ya es sábado, y está a punto de ir a casa de Bokuto. Pero ahí está él, mirándose en el espejo completamente preocupado por cómo se ve.

Nunca se ha preocupado por eso, nunca le importó. Entonces, ¿por qué es distinto ahora? Desde que se encontró por primera vez con el bicolor, nada tuvo sentido. Nada explica el por qué actúa y se siente diferente.

Pero le gusta estar cerca de él, le gustan sus halagos melosos y el cómo parece siempre querer hablar con él con su emocionada, amplia y hermosa sonrisa. Le gusta... todo.

Akaashi gruñe molesto mientras se apoya en el lavabo, quizá se está volviendo loco. Exhala todo el aire en sus pulmones, respira hondo nuevamente y sale del baño antes de que pueda sobre pensarlo más. Toma su teléfono, llaves y billetera antes de bajar las escaleras, donde se encuentra con su padre tomando café.

—¿Vas a salir? —pregunta por lo bajo mientras observa a su hijo ponerse sus zapatos.

—Sí, estaré fuera un par de horas —su padre le sonríe.

—Que te diviertas —murmura antes de que el ojiazul salga, este asiente.

—Lo haré y gracias. Adiós, papá —rápidamente sale y camina hacia su auto.

Nuevamente se pregunta qué demonios está haciendo una vez que está en su coche. A pesar de que sus pensamientos intrusivos se hacen paso, enciende el auto y comienza a conducir a la dirección que le había enviado el bicolor.

Se sorprende cuando llega a su casa en menos de cinco minutos, pensó que estaría más lejos. Cuando se detiene, observa la casa y es... simplemente magnífica. Sabía que Bokuto es rico, pero no creía que fuera tan, tan rico.

Lentamente sale de su auto y sigue el camino de piedras hacia la puerta. Hay algunas otras casas alrededor, pero muy lejanas entre sí, separadas por frondosos árboles y vegetación. Una vez llega a la puerta, toca el timbre y espera pacientemente con las manos cruzadas tras su espalda, jugueteando ansiosamente con sus dedos.

—¡Agaashi! ¡Hola! —murmuró alegre el muchacho una vez que se asomó, y para Keiji, de repente todo se sintió bien. Bokuto sonrió antes de hacerse a un lado mientras lo invitaba a entrar.

Para Akaashi, él era como una brisa marina en un día soleado; fresco, tranquilo, calmante, una caricia en el alma.

—Gracias por invitarme —dice cortésmente mientras echa un vistazo alrededor de la casa.

La casa de Bokuto no solo era grande, sino que también muy bonita, pulcra y ordenada, la decoración era de estilo victoriana y se notaba altamente costosa.

Todo comenzó en detención ; haikyuu múltiples shipps.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora