IV

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Ara se despertó al día siguiente, emocionada por ver a Emmet de nuevo

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Ara se despertó al día siguiente, emocionada por ver a Emmet de nuevo. Se levantó rápidamente y comenzó su rutina matutina: se bañó, hizo su rutina de skincare, y se aplicó un maquillaje sencillo. Decidió dejar su cabello suelto con unas bonitas ondas que resaltaban su brillo natural. Luego se vistió con la ropa que había planeado la noche anterior, un conjunto abrigado pero a la moda que la hacía sentir segura de sí misma.

Con su mochila lista, bajó las escaleras y encontró a Bella en la cocina.

—Buenos días, Bells —saludó Ara con entusiasmo.

—Buenos días, Ara —respondió Bella, levantando la vista de su taza de café—. Papá dejó una nota diciendo que tuvo que salir temprano.

Ara asintió y comenzó a desayunar rápidamente. Bella la miró con una sonrisa.

—Ya es hora de irnos —dijo Bella, levantándose de la mesa.

Ara tomó sus cosas y se montó en la camioneta. Puso algo de música para animar el trayecto y al llegar a la escuela, notó que Bella buscaba a alguien con la mirada. Siguiendo la dirección de los ojos de su hermana, Ara vio a los Cullen y, en particular, a Emmet. Le saludó de lejos con una sonrisa, a lo que Emmet respondió con una sonrisa igualmente amplia.

—Vaya, no pensé que te gustaran los tipos demasiado musculosos —comentó Bella con un tono juguetón.

Ara solo le devolvió una sonrisa inocente. Las mellizas se despidieron y se dirigieron a sus respectivas clases; Bella tenía Historia y Ara, Arte. Al llegar a su salón, la maestra le dio la bienvenida y le indicó que se sentara al lado de la señorita Cullen.

—Me llamo Ara Swan —se presentó Ara con una sonrisa mientras se sentaba.

—Soy Alice Cullen. Por cierto, me encantan tus botas, son hermosas —respondió Alice.

—Gracias, a mí me encanta tu camisa —dijo Ara.

Ambas comenzaron a hablar de moda hasta que la maestra interrumpió.

—Señoritas, su atención al frente, por favor.

—Sí, maestra —respondieron al unísono.

A lo largo de la clase, mientras trabajaban en un dibujo, las chicas continuaron hablando en voz baja. Al finalizar la clase, se despidieron con la promesa de ir de compras juntas algún día.

Ara se dirigió a la cafetería para encontrarse con Bella. Tomó su almuerzo, que consistía en una pizza y una coca cola, y se unió a su grupo de amigos. Jessica no pudo evitar preguntar:

—Ara, ¿cómo haces para ser tan hermosa y tener la piel tan linda?

Ara sonrió, siempre disfrutaba hablar sobre su rutina de cuidado personal.

—Tengo una rutina de skincare tanto de día como de noche. Eso ayuda mucho a mantener mi piel bonita, y también es en parte genética —explicó.

El grupo siguió conversando animadamente hasta que sonó el timbre. Las mellizas se dirigieron directamente a la camioneta, ya que hoy no tenían una clase más. Decidieron aprovechar el tiempo para hacer algunas compras en el supermercado.

Al llegar al supermercado, Bella tomó un carrito y empezaron a llenarlo con artículos personales, comida, y chocolate, uno de los favoritos de Ara. Después de pagar con el dinero que Charlie les había dejado esa mañana, regresaron a casa y comenzaron a ordenar todo lo que habían comprado.

Ara subió a su habitación para hacer sus tareas. Al terminar, se dio cuenta de que ya era tarde y olía a cena. Bajó y vio a Charlie terminando de cocinar.

—¡Holis, papi! ¿Cómo te fue hoy? —saludó Ara.

—Bien, cariño. ¿Puedes llamar a Bella y decirle que la cena está lista? —respondió Charlie.

—Claro —contestó Ara.

Subió a la habitación de su hermana y le informó que la cena estaba lista. Ambas bajaron y se sentaron a la mesa con su padre. Los Swan empezaron a cenar, compartiendo anécdotas de su día.

—Hoy tuve mi primera clase de Arte y me senté al lado de Alice Cullen. ¡Es tan divertida! —contó Ara, con entusiasmo.

—Sí, conocí a algunos chicos nuevos en Historia. Parece que nos estamos adaptando bien —dijo Bella.

Charlie sonrió, satisfecho de ver a sus hijas integrarse bien en su nueva vida en Forks. La conversación continuó animada durante la cena, con risas y planes para el fin de semana. Ara no podía dejar de pensar en Emmet y en la promesa de ir de compras con Alice, sintiéndose agradecida por cómo estaban resultando las cosas en su nuevo hogar.

 Ara no podía dejar de pensar en Emmet y en la promesa de ir de compras con Alice, sintiéndose agradecida por cómo estaban resultando las cosas en su nuevo hogar

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