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POV Travis

La decisión de contarle a Ara lo que había descubierto en el consejo me rondaba la mente desde ayer. Pero al final, me di cuenta de que no era el momento adecuado. Ara todavía está lidiando con el dolor que le dejó ese chupasangre. Sé que está en su proceso de sanación, tratando de dejar atrás lo que pasó con Emmett, y lo último que quiero es añadirle más peso a su carga.

Anoche, me encontraba frente a su casa en mi forma de lobo, alerta, protegiéndola como lo he estado haciendo últimamente. La pelirroja, ha estado merodeando cerca, y no puedo permitir que Ara, su hermana, ni su padre queden desprotegidos. Mi lobo se siente inquieto, la necesidad de protegerlos es apremiante. No es solo una obligación, es un impulso profundo que no puedo ignorar.

El viento nocturno traía consigo los sonidos y olores del bosque, pero mis sentidos estaban enfocados en cualquier señal de peligro. Escuché el suave murmullo del río a lo lejos y el crujido de las hojas bajo mis patas mientras patrullaba el perímetro de la casa. Estaba decidido a no bajar la guardia, a mantener a raya cualquier amenaza.

El aroma de Ara flotaba en el aire, un olor suave y familiar que mi lobo reconocía al instante. Era un recordatorio constante de por qué estaba allí. Mi lobo gruñó bajo, satisfecho de saber que ella estaba a salvo en su cama, durmiendo sin preocupaciones. Pero esa paz se veía amenazada, y no permitiría que nada le hiciera daño.

Me acerqué a la ventana de su habitación, observando las sombras en su interior. Todo estaba tranquilo. Mi respiración se acompasó con los latidos de mi corazón, un ritmo que marcaba mi determinación de protegerla. Aunque no le contara lo que supe sobre nuestro lazo por ahora, haría todo lo posible para asegurarme de que ella esté a salvo, siempre.

El sol apenas comenzaba a filtrarse por las cortinas de la habitación de Ara cuando sus ojos se abrieron lentamente. Hoy era uno de esos días en los que su mente se negaba a dejar de pensar en Emmett. Era un dolor sordo, una presencia constante que se negaba a desaparecer. Sabía que tenía que apartar esos pensamientos, pero a veces era difícil. ¿Cómo olvidas a alguien a quien amas tanto, aunque te haya lastimado?

Una lágrima solitaria se deslizó por su mejilla, pero la limpió rápidamente, negándose a permitir que las emociones la dominaran. Necesitaba seguir adelante, aunque su corazón aún estuviera en pedazos. Decidió que un baño caliente podría ayudarla a despejar su mente. Se repitió a sí misma, “Tú puedes, Ara. Has estado haciéndolo bien todas estas semanas. No te dejes derrumbar ahora.”