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Bella se despertó con la determinación de ir a la reserva a ver a Jacob

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Bella se despertó con la determinación de ir a la reserva a ver a Jacob. Se dirigió a la habitación de Ara para ver si quería acompañarla.

—Ara, ¿quieres ir a la reserva más tarde? —preguntó Bella, asomándose por la puerta.

Ara, aún con la tristeza visible en sus ojos, asintió lentamente.

—Sí, creo que me vendría bien —respondió.

Después de esa breve conversación, Ara bajó a la cocina con una idea en mente: hacer galletas como agradecimiento a Travis por su amabilidad el día anterior. No sabía dónde vivía exactamente, pero esperaba que él estuviera en La Push.

Ara siempre había sido talentosa en la cocina, especialmente en la repostería. Mezcló los ingredientes con cuidado, dejando que la actividad la distrajera de sus pensamientos. Al terminar, empacó las galletas en una caja decorativa y subió a su habitación para cambiarse.

Ya lista, bajó y esperó a Bella para salir. Cuando subieron a la camioneta, Ara le hizo una petición a su hermana.

—Bells, ¿me podrías dejar en La Push? —preguntó.

Bella la miró, confundida.

—¿Y eso?

—Es un buen lugar para pensar. Hice galletas y tal vez, si tengo suerte, pueda encontrarme con el chico que me ayudó ayer para dárselas como agradecimiento —explicó Ara.

Bella asintió, comprendiendo.

—Está bien, pero ten tu teléfono a mano, te pasaré a recoger más tarde.

Ara sonrió ligeramente.

—Sí, mi capitana.

Al llegar a La Push, Bella le recordó a Ara que la llamaría más tarde y que tuviera cuidado. Ara asintió, agradecida, y bajó de la camioneta, dirigiéndose al mismo lugar donde se había sentado el día anterior.

 Ara asintió, agradecida, y bajó de la camioneta, dirigiéndose al mismo lugar donde se había sentado el día anterior

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Pov: Travis Uley

Ara Swan. Ese nombre había estado rondando en mi mente desde ayer. Sam se había dado cuenta de que estaba pensativo, ido. No era mi culpa; ella estaba en mi mente. Quería volver a verla, aunque no quería parecer un acosador. Sabía dónde vivía, pero preferí esperar.

Después de terminar una ronda con Paul, estábamos en la casa de Emily, la prometida de Sam. Desde que los Cullen se fueron, todo había estado más tranquilo. Sam me sacó de mis pensamientos.

—Travis, ¿me estás escuchando? —dijo Sam.

—¿Qué decías? —respondí, volviendo a la realidad.

Sam repitió sus instrucciones sobre estar al pendiente de Jacob, quien podría transformarse pronto. Asentí, aunque mi mente seguía en otra parte.

Le dije a Sam que volvería más tarde y me dirigí a la playa. Cuando levanté la vista, vi una pequeña cabellera rubia. Mi corazón dio un vuelco. Era ella. Caminé hacia ella y me senté a su lado.

—Hola, Rubia —dije.

Ella se asustó un poco, pero al verme, se calmó y me regaló una pequeña sonrisa.

—Creí que no te iba a volver a ver —respondió.

—¿Me buscabas, Rubia? —pregunté, sonriendo.

—Sí, te traje algo. —Me dio una cajita—. Son galletas. Las hice yo misma como agradecimiento por animarme ayer.

Tomé la caja y olí las galletas. Olían deliciosas.

—Gracias, Rubia. No tenías que molestarte.

Ella sonrió y miró hacia el horizonte. Sentía que tenía que saber más.

—¿Puedo saber por qué estabas mal ayer? —pregunté suavemente.

Ella me miró y sus ojos reflejaban el dolor.

—Mi novio, bueno, mi exnovio me dejó. Me dijo cosas hirientes. Fue mi primera ruptura amorosa y dolió demasiado.

Sentí una mezcla de ira y tristeza. ¿Qué estúpido dejaría a alguien como Ara?

—Lo siento mucho, Ara. Nadie merece que lo traten así. Eres increíble y quien no lo vea es un tonto —dije sinceramente.

Ara esbozó una pequeña sonrisa, agradecida por mis palabras.

—Gracias, Travis. Tus palabras significan mucho para mí. —Ara suspiró y miró hacia el horizonte—. A veces me siento insuficiente, como si nunca fuera suficiente para nadie.

—No deberías pensar así —respondí—. Eres una persona maravillosa, Ara. El problema no eres tú. Es él. No vio lo que tenía delante.

Ella asintió, pero la tristeza seguía en sus ojos. En ese momento, su teléfono sonó. Ara lo revisó y luego me miró.

—Tengo que irme. Mi hermana me está esperando.

Me levanté y la observé mientras se alejaba. Me dolía verla partir, pero sabía que nos veríamos de nuevo. Abrí la caja de galletas y probé una. Estaban deliciosas, y una sonrisa se formó en mis labios.

 Estaban deliciosas, y una sonrisa se formó en mis labios

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