Please Please Please

I

El día del cumpleaños de las mellizas había llegado. Ara siempre había amado su cumpleaños, disfrutando cada detalle y la emoción de celebrarlo. Por otro lado, Bella no era fanática de los festejos, pero hacía un esfuerzo por su hermana, sabiendo cuánto significaba para ella. Había una tradición que ambas compartían desde niñas: la noche antes de su cumpleaños dormían juntas, así que esa noche estaban en la habitación de Ara, hablando y riendo hasta quedarse dormidas.

Charlie subía las escaleras con los regalos para sus hijas, emocionado y nostálgico al mismo tiempo. Sus niñas estaban cumpliendo 18 años, un hito importante. En sus manos llevaba dos ramos de flores, uno para cada una, además de dos cámaras y álbumes para que llenaran con fotos y recuerdos de su último año de escuela. Este regalo lo había coordinado con Renee, y él mismo había comprado las flores y un pastel que estaba en el refrigerador, sabiendo la tradición de sus hijas de soplar las velas juntas.

Se dirigió rápidamente a la habitación de Ara y entró cantando "Feliz cumpleaños" para sus hijas. Ara y Bella se despertaron, sonrientes, al ver a su papá con los regalos y las flores.

"¡Feliz cumpleaños, mis niñas!" dijo Charlie con una sonrisa, entregándoles los ramos de flores.

Ara fue la primera en levantarse y abrazar a su papá. "Gracias, papi," dijo emocionada. Bella la siguió y juntas abrazaron a Charlie.

"Nos coordinamos con su madre para este regalo," dijo Charlie, entregándoles las cajas con las cámaras y los álbumes. "Queremos que puedan capturar cada momento."

Las chicas abrieron sus regalos y se encontraron con las cámaras y los álbumes. Bella tomó su cámara y dijo, "Ya tengo mi primer recuerdo." Luego tomó una foto de los tres juntos.

"Les tengo preparados otros regalos abajo. ¿Qué tal si los vamos a ver?" sugirió Charlie.

Las chicas asintieron y bajaron con él. En la sala, Ara encontró una guitarra que Charlie sabía que quería aprender a tocar, y Bella descubrió una colección de libros que había deseado por mucho tiempo, incluso autografiados.

"¡Te debieron de costar una fortuna!" exclamó Bella, abrazando a su papá. "Gracias, papá."

"La felicidad de mis hijas no tiene precio," dijo Charlie, sonriendo. "Si tú querías esos libros, los ibas a obtener."

"Papi, me encanta la guitarra," dijo Ara emocionada. "No debiste."

"Como le dije a Bella, su felicidad para mí no tiene precio," respondió Charlie, besándolas en la frente a ambas. "Ahora, vayan a cambiarse porque les toca ir a la escuela."

Ara fue la primera en bañarse y luego se dirigió a su habitación para elegir el atuendo perfecto para el día. Se maquilló de forma natural y se hizo sus típicas ondas en el cabello. Mientras se vestía, vio su pequeña cicatriz y recordó los sucesos recientes, pero sacudió su cabeza para despejar esos pensamientos.

Bajó a buscar algo para desayunar y se encontró con Bella. "¿Pasará Edward por ti?" preguntó Ara.

Bella negó con la cabeza. "No."

"¿Quieres irte conmigo y Emmett?" ofreció Ara.

Bella asintió, agradecida. Después de desayunar, Ara escuchó el timbre y supo que era Emmett. Al abrir la puerta, lo vio con un gran ramo de flores.

"Feliz cumpleaños, ángel," dijo Emmett, abrazándola y besándola.

"Gracias, mi amor, están hermosas," respondió Ara.

Bella salió detrás de ella, y Emmett le deseó un feliz cumpleaños también. Luego, salieron de la casa y se montaron en el jeep de Emmett. Al llegar a la escuela, Emmett abrió la puerta para Ara y Bella. Bella se despidió de ellos y se fue con sus amigos, mientras Ara se quedó con Emmett.

"Por cierto, ángel, Alice les está organizando una pequeña fiesta en nuestra casa," le informó Emmett.

"Está bien, cariño," respondió Ara, feliz. Sabía cuánto le encantaba su cumpleaños.

El día en la escuela pasó rápidamente, lleno de felicitaciones y buenos deseos. Finalmente, llegó el momento de la fiesta. Emmett y Edward fueron por ellas para llevarlas. "Vaya, Edward, saliendo con mujeres mayores," bromeó Emmett, provocando una risa en su hermano.

Una entusiasmada Alice les tomó una foto al llegar y le dijo a Bella, "La encontré en tu bolso, espero no te moleste."

"Para nada," respondió Bella.

"Creo que es hora de abrir los regalos," anunció Alice.

Alice y Jasper le regalaron a Ara un bolso divino que le encantó, y a Bella un hermoso collar. Rosalie y Damon les dieron collares a juego. Carlisle y Esme les entregaron un sobre. Bella lo abrió, pero al hacerlo se cortó el dedo, comenzando a sangrar.

Jasper, al oler la sangre, se descontroló e intentó atacar a Bella. Edward, al darse cuenta, la empujó contra una mesa para protegerla. Bella cayó sobre una mesa de vidrio, y la pequeña herida se hizo más grande, saliendo más sangre. Ara corrió hacia su hermana mientras Damon y Emmett sacaban a Jasper del lugar.

Carlisle se acercó a las chicas y le dijo a Edward, "Hijo, llevemos a Bella a mi despacho para atenderla." Ara fue tras ellos.

Después de curar a Bella, Emmett llevó a las chicas a casa. Al llegar, Bella bajó del coche y se despidió de Emmett. Ara notó que Emmett estaba muy serio.

"¿Estás bien, cariño?" preguntó.

"Sí, Ara, todo bien," respondió Emmett. "Debes de estar cansada, ve y descansa." Le dio un beso en la frente y se fue.

Ara entró a la casa sintiendo que algo malo estaba por pasar. Subió a la habitación de Bella y la encontró llorando. "¿Qué pasa, Bells?" preguntó Ara, acercándose rápidamente.

"Arruiné nuestro cumpleaños por mi torpeza," sollozó Bella.

"No es tu culpa, Bells," la consoló Ara, abrazándola. Luego, notó la hora y dijo, "Ven, papá compró un pastel. Sé que soplar las velas te hará sentir mejor."

Bajaron juntas, y Ara sacó el pastel, colocando 18 velas y encendiéndolas. Se tomaron de las manos, pidieron su deseo y soplaron las velas.

"Agradezco que seas mi hermana, Bells," dijo Ara.

"Porque no hay Bella sin Ara y tampoco Ara sin Bella," respondió Bella.

"Te amo mucho, hermana," dijo Ara, abrazándola.

Juntas, celebraron su cumpleaños, agradecidas por tenerse la una a la otra. Pero en el fondo, ambas sabían que la tranquilidad que sentían en ese momento no duraría para siempre...