VI

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Emmett se encontraba en un estado de profunda depresión desde que los Cullen dejaron Forks

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Emmett se encontraba en un estado de profunda depresión desde que los Cullen dejaron Forks. Había decidido irse a Brasil con Edward, esperando que la distancia y el cambio de entorno ayudaran a mitigar el dolor que sentía por haber dejado a Ara.

Sin embargo, Brasil no había sido el refugio que esperaba. Emmett sabía que las cosas que le había dicho a Ara eran horribles, pero había sentido que era necesario. Quería que ella fuera feliz sin él, que viviera una vida humana plena, que se casara y tuviera hijos, algo que él nunca podría darle. Esta decisión lo había destrozado por completo.

En su pequeña habitación en Brasil, Emmett pasaba horas mirando una foto de él y Ara, una foto tomada en uno de esos momentos felices que ahora parecían tan lejanos. Apenas salía a cazar, y solo lo hacía cuando Alice los llamaba y prácticamente los obligaba a él y a Edward a salir.

La voz de Alice en el teléfono era lo único que rompía la monotonía de su miseria autoimpuesta. Él se sentía como un cobarde, un maldito cobarde, por haber dejado a Ara de esa manera. Su mente repetía una y otra vez la imagen de su ángel, su rostro destrozado por el dolor mientras él le decía esas cosas horribles. En un susurro apenas audible, Emmett murmuraba:

—Ojalá algún día puedas perdonarme.

La culpa y la tristeza se cernían sobre él como una sombra constante. Emmett había esperado tanto tiempo por Ara, solo para dejarla de la forma más cruel posible. El dolor en su corazón era insoportable, una punzada constante que lo mantenía al borde del abismo emocional.

 El dolor en su corazón era insoportable, una punzada constante que lo mantenía al borde del abismo emocional

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Las mellizas tenían que regresar a la escuela hoy. Ara, queriendo sentirse bonita para enfrentar el día, se arregló con esmero. Después bajó a desayunar con su hermana. Ambas comieron en silencio, preparándose mentalmente para enfrentar a la gente de la escuela.

—Bells, ¿sabías que vamos a ser el centro de atención? —dijo Ara con un suspiro.

—Lamentablemente, sí —respondió Bella, resignada.

Al llegar a la escuela, Bella se estacionó y ambas suspiraron antes de bajar. Sentían las miradas de todos sobre ellas, susurrando cosas. Ara entrelazó su brazo con el de Bella y siguieron adelante, decididas a enfrentar el día.

Tuvieron suerte de tener todas las clases juntas, lo que les daba un poco de consuelo. Al entrar al salón, todos se callaron y las chicas se sentaron en sus respectivos lugares. Las miradas y los susurros continuaban, pero ellas intentaban ignorarlos.

Llegó la hora del almuerzo y se dirigieron al comedor. Jessica las llamó a su mesa y, sin muchas opciones, se sentaron.

—Lo siento mucho por lo que les pasó. Deben estar devastadas, digo, no vinieron la semana pasada —dijo Jessica con un tono que pretendía ser compasivo, pero que Ara percibió como venenoso.

Ara, sintiendo la ironía en sus palabras, respondió:

—Gracias, Jessica. Nada como un comentario tan considerado para levantar el ánimo.

Se produjo un incómodo silencio en la mesa, y las mellizas decidieron levantarse y alejarse.

Al salir al patio, Ara dejó escapar un suspiro de frustración.

—Esto es un asco —dijo, mirando a Bella.

—Sí, lo es —asintió Bella.

Después de un rato, regresaron para asistir a su última clase, biología. Se sentaron juntas, intentando concentrarse en la lección y no en las miradas de sus compañeros. Finalmente, la clase terminó y pudieron irse a casa.

Al llegar a casa, Ara se dejó caer en el sofá con un suspiro

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Al llegar a casa, Ara se dejó caer en el sofá con un suspiro.

—¿Será que Forks no tiene nada más de qué hablar? —preguntó, exasperada.

Bella se sentó a su lado y respondió con una sonrisa irónica:

—Ya sabes lo que dicen: pueblo chico, infierno grande.

—Hoy no tengo ganas de cocinar —confesó Bella, mirando a su hermana.

—Yo tampoco. ¿Qué te parece si pedimos una pizza? —sugirió Ara.

Bella asintió y fue por el teléfono para hacer el pedido. Poco después, Charlie llegó a casa. Las saludó y subió a cambiarse. Al bajar, Bella ya estaba pagando la pizza.

Los tres se sentaron en el sofá, disfrutando de la cena.

—¿Cómo les fue? —preguntó Charlie, notando la tensión en el ambiente.

Ara suspiró.

—Al parecer vamos a estar en boca de toda la escuela —respondió, desanimada.

—Solo quiero salir de vacaciones o que en Forks pase algo que nos saque de la boca de los demás —dijo Bella, frustrada.

Charlie suspiró y tomó un trago de su cerveza, sabiendo que el tiempo y el apoyo familiar serían cruciales para que sus hijas pudieran superar este difícil momento.

Charlie suspiró y tomó un trago de su cerveza, sabiendo que el tiempo y el apoyo familiar serían cruciales para que sus hijas pudieran superar este difícil momento

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