XVII

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Al día siguiente, las mellizas se dirigían a la escuela

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Al día siguiente, las mellizas se dirigían a la escuela. Habían decidido ir juntas en la camioneta, deseando disfrutar de un rato más a solas antes de encontrarse con sus respectivas parejas. Bella estaba al volante, concentrada en la carretera, mientras Ara ajustaba el espejo retrovisor.

—Sabes, Bells, extraño mucho a mamá —dijo Ara de repente—. Creo que la llamaré hoy.

Bella asintió, con una sonrisa nostálgica.

—Yo también la extraño. Si la llamas hoy, me avisas. También quiero hablar con ella.

Continuaron platicando sobre recuerdos con su madre hasta que llegaron a la escuela. Bella estacionó la camioneta y ambas se bajaron. No pasaron más de unos segundos cuando Ara sintió unos brazos rodeándola. Sonrió al saber quién era y se dio la vuelta.

—Hola, cariño. ¿Me extrañaste? —dijo Ara, mirando a Emmett con ternura.

—Siempre que no estoy contigo, te extraño, ángel —respondió Emmett, acariciándole la mejilla.

Ara le dio un beso rápido y luego se volvió hacia Bella.

—Te veo en el almuerzo, Bells —dijo, y se despidió de su hermana.

Emmett tomó la mochila de Ara y la suya, llevándolas mientras la acompañaba a su primera clase.

—Ángel, nos vemos en el almuerzo. Te amo —dijo Emmett, dándole un beso antes de que Ara entrara a su clase de literatura.

—Te amo —respondió Ara, entrando al salón.

Las horas pasaron lentamente, pero finalmente llegó la hora del almuerzo. Emmett la esperaba fuera del salón, sonriendo.

—Hola de nuevo, amor —dijo Ara, saliendo.

—Vamos a la cafetería, ángel. Por cierto, quiero invitarte a que me veas jugar béisbol con mi familia. Vas a ver cómo tu fantástico y genial novio les gana a todos —dijo Emmett, con una sonrisa traviesa.

—Entonces, iré a apoyar a mi fantástico y genial novio para que gane —respondió Ara, riendo.

Llegaron a la cafetería, y como siempre, todo quedó en silencio cuando los Cullen hicieron su entrada. Se sentaron en la mesa habitual y comenzaron una conversación sorprendentemente agradable. Incluso Rosalie participó, lo cual fue un cambio bienvenido para todos.

Después del almuerzo, llegó la última clase del día. Cuando terminó, las chicas se prepararon para regresar a casa. Ara se despidió de Emmett y subió a la camioneta con Bella.

—Bells, ¿Edward te invitó al juego de béisbol con su familia? —preguntó Ara mientras se acomodaba en el asiento.

—Sí, y creo que es el momento perfecto para decirle a papá —respondió Bella, con un tono de decisión.

—Opino lo mismo, Bells —dijo Ara, asintiendo.

Bella miró preocupada a su hermana.

—¿Crees que a papá le agradará Edward?

—Lo más probable es que sí, Bells —respondió Ara, tratando de tranquilizarla.

—Por cierto, Bells, después de cenar llamamos a mamá, ¿te parece?

—Sí, me parece perfecto —dijo Bella, sonriendo.

Al llegar a casa, Ara decidió hacer las tareas que tenía pendientes para el día siguiente. Una vez que terminó, fue a la cocina para ayudar a Bella a preparar la cena. Poco después, Charlie llegó y puso la mesa para cenar. Durante la cena, tuvieron una agradable conversación sobre sus días, riendo y compartiendo anécdotas.

Después de la cena, las chicas subieron a su habitación. Ara fue a hacer su rutina de noche y, al regresar, vio que Emmett estaba en su cama.

—Sabes, amor, si papá se diera cuenta de que entras todas las noches por la ventana, te tendría en su lista negra, ¿eh? —dijo Ara, sonriendo.

Emmett se rió, negando con la cabeza.

—Lo sé, pero no puedo evitarlo.

—Amor, voy a llamar a mamá, así que ya regreso. Voy al cuarto de Bella —dijo Ara, levantándose.

Emmett la detuvo suavemente.

—Ángel, no creo que quieras interrumpir.

Ara hizo una cara de confusión y luego entendió.

—¿Edward está en la habitación de Bells?

—Sí, ángel.

—Entonces, Edward, dile a Bells que llamaremos a mamá mañana —dijo Ara, alzando la voz lo suficiente para que Edward la escuchara.

Emmett asintió y Ara envió un mensaje rápido a su madre explicando que algo había ocurrido y que la llamarían al día siguiente.

—Listo, ahora sí soy toda tuya —dijo Ara, volviendo a la cama.

Comenzaron a conversar sobre su día y sus planes futuros. Ara se quedó dormida en los brazos de Emmett, sintiéndose segura y amada.

Al día siguiente, después de la escuela, las chicas aprovecharon para llamar a su madre

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Al día siguiente, después de la escuela, las chicas aprovecharon para llamar a su madre. Ara marcó el número y, al segundo tono, René contestó. Ara puso el altavoz.

—Hola, mami, te extrañamos —dijo Ara, sonriendo.

—Yo las extraño más, mis niñas. ¿Cómo les está yendo con su padre? —preguntó René.

—Muy bien, mami. Estar de nuevo con papá es genial —respondió Bella.

—Me alegra mucho, mis amores —dijo René.

—¿Y cómo les está yendo a ti y a Phil? —preguntó Ara.

—Muy bien. A Phil le está yendo muy bien en sus juegos —respondió René.

—Nos alegra escuchar eso, mamá —dijo Bella.

Las chicas continuaron platicando con su madre, compartiendo anécdotas y actualizándose sobre sus vidas. La conversación fue reconfortante y llena de risas, un recordatorio de lo importantes que eran para ellas los lazos familiares, incluso a la distancia.

 La conversación fue reconfortante y llena de risas, un recordatorio de lo importantes que eran para ellas los lazos familiares, incluso a la distancia

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