II

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Después de salir del restaurante, la noche en Atenas brillaba con una luz especial, la ciudad parecía tener un brillo cálido que envolvía a Ara y Luca

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Después de salir del restaurante, la noche en Atenas brillaba con una luz especial, la ciudad parecía tener un brillo cálido que envolvía a Ara y Luca. El aire estaba cargado con el sonido suave de música distante y risas de personas que disfrutaban de la ciudad. Luca caminaba al lado de Ara, observando cómo ella absorbía cada detalle de su alrededor, su cámara lista en sus manos, capturando cada rincón y escena interesante que veía.

"¿Qué te parece si recorremos las calles?" sugirió Ara, sus ojos brillando con emoción. "Están muy lindas."

Luca, quien jamás le podía negar nada, sonrió y asintió. "Por supuesto, amore mio. Tú decides el rumbo esta noche."

Ara levantó su cámara y comenzó a tomar fotos mientras caminaban. Cada vez que el clic de la cámara sonaba, Luca no podía evitar sonreír. La veía a través de sus ojos enamorados, su pasión por capturar momentos y la alegría que irradiaba al descubrir nuevos lugares lo llenaban de felicidad. No podía dejar de admirarla; para él, no había nada más hermoso que Ara en ese instante.

De pronto, mientras continuaban caminando, Ara notó algo que llamó su atención: a lo lejos había luces y un bullicio que indicaba que algo especial estaba sucediendo. "¡Mira!" exclamó, emocionada. "Parece que hay un festival." Se giró hacia Luca y, sin pensarlo dos veces, lo tomó de la mano, jalándolo suavemente hacia el lugar. "Ven, bailemos, mi lord", le dijo con una sonrisa traviesa.

Luca rió con dulzura ante su entusiasmo. "Bailemos, my lady", respondió, siguiendo su juego con elegancia.

Al llegar al centro del festival, la música envolvió el ambiente, y justo en ese momento comenzó a sonar "Die With A Smile". El ritmo de la canción, suave pero profundo, parecía sincronizarse con los latidos de sus corazones. Luca tomó la mano de Ara, y sin decir una palabra, ambos comenzaron a moverse al ritmo de la melodía.

Para ellos, no existía nadie más. El mundo alrededor desapareció en ese instante. Sus miradas se encontraron y se mantuvieron fijas el uno en el otro, como si fueran los únicos en la Tierra. Cada paso de baile que daban estaba lleno de una conexión única, sus cuerpos en perfecta armonía, moviéndose como si el tiempo no existiera. Las luces del festival creaban un ambiente de ensueño, y las personas alrededor, aunque continuaban con sus propios bailes, no podían evitar observarlos.

La forma en que Ara y Luca se movían juntos era casi mágica. Era como si el amor entre ellos se manifestara físicamente en cada giro, en cada sonrisa compartida. Los que los observaban podían sentir la intensidad de su conexión, la profundidad de sus sentimientos, y no había duda de que ellos estaban perdidos en su propio mundo.

Cuando la canción terminó, un aplauso espontáneo surgió entre la multitud que los rodeaba. Ara y Luca se miraron, todavía sonriendo, y sin detenerse a procesar lo que acababa de ocurrir, comenzaron a correr hacia la salida del festival, riendo como dos locos enamorados. Sus risas llenaron el aire, contagiando a quienes los vieron correr tomados de la mano.

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