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El silencio de la noche envolvía el campamento, roto solo por el suave susurro del viento que acariciaba las copas de los árboles

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El silencio de la noche envolvía el campamento, roto solo por el suave susurro del viento que acariciaba las copas de los árboles. Dentro de la tienda de campaña, la atmósfera era tensa, cargada de pensamientos no dichos y sentimientos a flor de piel. Edward observaba a Bella dormir tranquilamente, su respiración suave y constante, mientras que Luca hacía lo mismo con Ara, su mente ocupada en una batalla interna.

Finalmente, Edward rompió el silencio, su voz apenas un murmullo en la oscuridad. “¿La amas, verdad?” Preguntó, refiriéndose a Ara, sin apartar la vista de Bella.

Luca giró su cabeza lentamente hacia Edward, su expresión seria. “Con toda mi alma,” respondió, su voz firme, sin lugar a dudas.

Edward asintió, sus ojos dorados reflejando una mezcla de entendimiento y nostalgia. “Carlisle nos contó sobre ti,” comentó, como si fuera una continuación natural de la conversación.

Luca dejó escapar un suspiro, esbozando una media sonrisa irónica. “Se dicen muchas cosas sobre mí,” replicó, consciente de los rumores que rodeaban su pasado, presente y seguramente su futuro

Edward hizo una pausa antes de continuar. “Sí, y mi familia no estaba contenta con lo que pasó con Emmett. Estuviste a punto de acabar con él.”

Luca lo miró fijamente, su expresión se endureció. “Él empezó... acabando con mi paciencia,” dijo, dejando claro que no se arrepentía de lo sucedido.

Edward dejó escapar un suspiro. “Lo sé. Lo vi en la mente de Emmett,” admitió, con un tono de culpa evidente. “Se puso muy mal después de que Alice tuvo la visión de Ara dándote una oportunidad. Luego, me culpó a mí... y, en cierta parte, tenía razón. Me arrepiento de cómo manejé las cosas.”

Luca guardó silencio por un momento, reflexionando sobre las palabras de Edward. Finalmente, dijo con serenidad: “Las cosas pasan por algo, Cullen. No podemos cambiar el pasado.”

El ambiente en la tienda se tensó aún más cuando Luca notó que Ara comenzaba a temblar, a pesar de las mantas adicionales que había traído. Preocupado, sin pensarlo dos veces, se acostó a su lado y la rodeó con sus brazos, dándole su calor. Edward observó en silencio, consciente de la conexión entre Luca y Ara, una que reconocía bien, ya que era la misma que él compartía con Bella.

De repente, el sonido de pasos acercándose alertó a ambos. La entrada de la tienda se abrió, y Jacob y Travis aparecieron, trayendo consigo una ráfaga de aire helado. Jacob miró a Bella, su expresión reflejando preocupación. “Se está congelando,” dijo, avanzando hacia ella con la intención de ayudarla.

Edward se tensó de inmediato, sus ojos volviéndose oscuros de preocupación y algo de celos. “No te atrevas,” advirtió, su tono bajo y amenazante.

Luca y Travis intercambiaron miradas, ambos ya hartos de la situación. “Déjalo que lo haga,” dijo Luca finalmente, su voz cansada de las disputas infantiles.

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